La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
aspectos, y luego sostienen que “la democracia liberal, tal y como es practicada<br />
en los países occidentales, no es una forma de gobierno apropiada para las<br />
naciones <strong>del</strong> Tercer Mundo”. (41)<br />
Es quizás en el terreno <strong>del</strong> debate tercermundista donde con mayor nitidez se<br />
revela la tendencia intrínseca <strong>del</strong> mito de la redención a desembocar en<br />
proposiciones autoritarias de uno u otro tipo, a argumentar que la democracia<br />
liberal es una diosa que nos resulta extraña, pues en verdad “no tenemos idea<br />
de cuáles son los ritos adecuados para su adoración”. (42) <strong>La</strong> única -y<br />
aplastante- respuesta que se puede dar a esto es que el único remedio que se<br />
ha inventado para curar la presunta incompetencia de los pueblos, cualesquiera<br />
que sean, para vivir en -libertad política es la libertad política. De aquí que sea<br />
a la vez superficial y poco responsable de Willy Brandt afirmar que “Nuestra<br />
(sic) clase de democracia no puede exportarse. <strong>La</strong> experiencia indica que la<br />
misma está asociada aun cierto nivel previo de desarrollo económico y<br />
educativo”. (43) <strong>La</strong> implicación, desde luego, es que para alcanzar ese nivel de<br />
desarrollo se requiere suprimir la libertad y la democracia, a nombre, por<br />
supuesto, de la redención final.<br />
¿A qué se debe ese ánimo colectivista, disfrazado de espíritu comunitario, que<br />
permea la ideología tercermundista y otros mitos políticos bastante extendidos<br />
en América <strong>La</strong>tina? ¿Por qué esa constante propensión autoritaria? Pienso que<br />
sus raíces pueden explicarse empleando la distinción Popperiana entre<br />
sociedades abiertas y cerradas. <strong>La</strong>s segundas son las sociedades colectivistas<br />
que encierran en esencia el lado mágico y tribal <strong>del</strong> pasado humano; las<br />
primeras son aquellas sociedades en las cuales los individuos se encuentran<br />
constantemente enfrentados con decisiones personales de todo tipo en los<br />
campos privado y público es decir, son sociedades en las que la capacidad<br />
crítica de los ciudadanos ha sido liberada. (44) <strong>La</strong>s sociedades pre-críticas, con<br />
sus jerarquías, autoridades perennes, rituales y tabúes garantizaban una<br />
seguridad basada en la pasividad y la obediencia. Con la emergencia <strong>del</strong><br />
hombre al plano de la razón crítica nuevas y exigentes demandas comenzaron a<br />
plantearse al individuo, que se sintetizan en la necesidad de asumir<br />
responsabilidades por sí mismo y por otros. En contraste con las certidumbres<br />
tradicionales, la sociedad libre genera inevitablemente tensiones, inseguridades<br />
y angustias pues constantemente debemos interrogamos, escoger, auto<br />
disciplinarnos, adaptamos, competir y aprender tanto a ganar como a perder.<br />
En la sociedad abierta adquirimos la libertad a costa <strong>del</strong> abandono de un<br />
sentimiento reconfortante de (obtusa) seguridad, y conquistamos la capacidad<br />
crítica a costa de nuestra (opresiva) tranquilidad.<br />
______________<br />
(41) B. K. Nehm and W.H. Morris-Jones, Western Democracy and the Third World, Third<br />
World Foundation Monograph 8,London, 1980 P. 19<br />
(42) Ibid., p. 13<br />
(43) Citado en Ibid., p. 37<br />
(44) Popper, The Open Society.... Vol. 1, p. 173,