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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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jamás haya existido no podrá por sí solo y alargo plazo mantener las ventas de<br />

un cigarrillo de bajísima calidad. Pero este tipo de válvula de seguridad no<br />

existe en el campo de las decisiones políticas. Gran número de decisiones de<br />

enorme importancia son de tan compleja naturaleza que hacen imposible para<br />

el público que las reflexione y experimente con el tiempo, la serenidad y el<br />

conocimiento necesarios y a bajo costo. Aún si ello fuese posible, su veredicto<br />

no puede alcanzarse con la ligereza con la cual se elige un cigarrillo, pues los<br />

efectos de las decisiones políticas son mucho menos fáciles de interpreta’. (9)<br />

Si la realidad de las cosas responde básicamente a la descripción de<br />

Schumpeter -y creo que en lo fundamental su análisis es bastante acertado-,<br />

ello sólo viene a reforzar la responsabilidad e importancia <strong>del</strong> liderazgo político<br />

en el proceso democrático. Desde luego, muchas veces los votantes adoptan<br />

una actitud cínica respecto a las promesas de los políticos, pero tal reacción no<br />

es la más característica, particularmente en democracias jóvenes como la<br />

venezolana. Al contrario, en nuestro país las exigencias y expectativas<br />

ciudadanas no hacen sino crecer, así como el deseo de castigar a gobiernos que<br />

-atrapados en la red de sus exageradas promesas- son sistemáticamente<br />

incapaces de satisfacerlas ansiedades de los ciudadanos. A esto se añade el<br />

espejismo de la riqueza petrolera, que intensifica la generalizada convicción<br />

entre la gente de que existen recursos suficientes para lograrlo todo y a coito<br />

plazo. <strong>La</strong> única manera de romper este círculo vicioso de promesas,<br />

expectativas y frustraciones es a través de un ejercicio sensato y creíble <strong>del</strong><br />

liderazgo político, basado en la verdad y capaz de despertar confianza en la<br />

ciudadanía sin recurrir ala demagogia. Esto no es imposible, a pesar <strong>del</strong><br />

pesimismo de Schumpeter, pues hay que tener en cuenta que su mo<strong>del</strong>o de<br />

funcionamiento de la democracia responde a un contexto económico de relativa<br />

abundancia y elevada estabilidad, pero ese mo<strong>del</strong>o no se aplica de igual forma<br />

en otras condiciones. Dicho en otras palabras, el constante estímulo de las<br />

expectativas ciudadanas puede no ser excesivamente riesgoso y dar resultados<br />

positivos para los partidos políticos en épocas de abundancia, pero en tiempos<br />

de crisis no es otra cosa que un mecanismo suicida que acelera el derrumbe de<br />

la democracia.<br />

<strong>La</strong> validez de este punto se comprueba si recordarnos que el propio<br />

Schumpeter indicaba que los votantes simplifican los problemas de escogencia,<br />

desviando su atención de los programas a las consecuencias de la acción de los<br />

gobiernos, y en la medida en que piensan en términos de políticas<br />

programáticas su apoyo o rechazo de las mismas tiene frecuentemente poca<br />

relación con su identificación partidista: “Un partido” -escribe Schumpeter- “es<br />

un grupo cuyos miembros se proponen actuar coordinadamente en la lucha<br />

competitiva por el poder político. Si esto no fuese así sería imposible que<br />

partidos diversos adoptasen exactamente o casi exactamente el mismo<br />

programa. Y sin embargo, como todo el mundo sabe, esto ocurre”. (10)<br />

______________________<br />

(9) Schumpeter, p. 263<br />

(10) Ibid, p. 283

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