La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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tales dificultades dentro de un marco de libertades públicas. Continuar<br />
prestando atención a la sonora pero hueca retórica populista sólo nos conducirá<br />
a una crisis más grave, y tal vez al derrumbe definitivo de la democracia.<br />
Recordemos, en esta línea de argumentación que el equipo socialcristiano que<br />
se encargó de los destinos <strong>del</strong> país en 1979 llegó al poder tras las consignas<br />
de la democracia participativa y el gobierno de los pobres (dos innovaciones<br />
dentro <strong>del</strong> lenguaje <strong>del</strong> <strong>populismo</strong>). Sin embargo; a pesar de las promesas, el<br />
Dr. Herrera Campins presidió por cinco años sobre una economía estancada, un<br />
crecimiento casi nulo <strong>del</strong> sector no petrolero, elevadas pérdidas <strong>del</strong> sector<br />
público, enormes gastos en importaciones, aumentos masivos en el<br />
endeudamiento nacional, inflación creciente y fuertes descensos en los niveles<br />
de vida <strong>del</strong> grueso de la población. (25) De nuevo, el gobierno de Copei entre<br />
1979 y 1984 no hizo otra cosa que inflar todavía más al ya gigantesco Estado<br />
venezolano, y aun sin la baja en los precios <strong>del</strong> petróleo (que dejó las<br />
proyecciones <strong>del</strong> VI Plan de la Nación en el limbo de las más descabelladas<br />
utopías), nuestra economía habría experimentado serios traumas en ese<br />
período.<br />
El secreto <strong>del</strong> desarrollo no es un misterio tan profundo como desean en<br />
ocasiones pintarlo algunos sociólogos y economistas. El progreso económico<br />
real (no rentista) de las naciones es, sin excepción, el resultado de la capacidad<br />
productiva de sus ciudadanos: de su trabajo, de su disciplina social en un<br />
marco de leyes y reglas comunes, de su ingeniosidad y su espíritu de<br />
innovación y superación. Como plantearé con mayor amplitud oportunamente’,<br />
esa capacidad productiva se relaciona a un -conjunto de factores que van desde<br />
lo político hasta lo sicológico, pasando por supuesto por lo económico<br />
propiamente dicho. En todo proceso de desarrollo las instituciones políticas<br />
juegan un papel de primordial importancia, pues éstas pueden o bien<br />
obstaculizar o bien estimular el despliegue <strong>del</strong> esfuerzo productivo de las<br />
personas. En tal sentido, y retornando al tema de los programas redistributivos,<br />
la experiencia venezolana indica que en nuestro contexto institucional ese tipo<br />
de procesos lo que logra es atraer a la población hacia actividades políticas -en<br />
busca <strong>del</strong> dinero fácil <strong>del</strong> Estado-, apartándola de los esfuerzos productivos que<br />
son los únicos capaces de dejar atrás efectivamente la condición de atraso y<br />
marginalidad en que se encuentran numerosos venezolanos. En nuestro país los<br />
gobiernos democráticos se han visto reiteradamente tentados a sustraer<br />
recursos de los sectores más productivos de la sociedad, para engrosar -bajo la<br />
consigna de la redistribución <strong>del</strong> ingreso- un tesoro público que ha estado por<br />
mucho tiempo abarrotado de dinero petrolero. Lo que casi siempre se pierde de<br />
vista es que al sucumbir a las presiones ideológicas populistas en estas<br />
materias, el camino queda abierto para golpear aun más duramente la iniciativa<br />
individual y su potencial para producir bienes y servicios, así como para destruir<br />
el surgimiento de nuevos hombres de empresa, que se abstendrían de invertir<br />
_________________<br />
(25) Véase Petras y Morley, pp. 15-20.