La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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Es por lo demás inútil y hasta absurdo plantear el problema en cuestión -<br />
que es el de nuestra capacidad para ser libres- como sí se tratase de una<br />
confrontación entre sajones e iberos, que atribuye a los primeros el monopolio<br />
de los ideales liberales y a los segundos una especie de misticismo comunal,<br />
que contrasta con el individualismo egoísta de otros pueblos. Semejante<br />
concepción distorsiona el asunto que nos ocupa, pero tiene una ventaja al nivel<br />
de la propaganda ideológica, pues le hace el juego a los complejos,<br />
resentimientos e ignorancia que en diversos sectores <strong>La</strong>tinoamericanos -<br />
políticos, intelectuales y religiosos- se abrigan frente allegado <strong>del</strong> racionalismo,<br />
el espíritu científico y el liberalismo, así como frente al gigantesco progreso de<br />
los países sajones. En vista de que se han hecho esfuerzos por sumar el<br />
prestigio de Bolívar a esta cruzada <strong>del</strong> irracionalismo, creo indispensable<br />
despejar el panorama en cuanto a la posición <strong>del</strong> Libertador en tomo al tema<br />
que ahora me ocupa, para luego retomar a las manifestaciones<br />
contemporáneas <strong>del</strong> mito de la redención.<br />
Bolívar demostró gran honestidad intelectual al reconocer francamente,<br />
ya en la época <strong>del</strong> Manifiesto de Carúpano (1814), que el desgarramiento <strong>del</strong><br />
estatus quo colonial iba a tener efectos traumáticos sobre Hispanoamérica, y<br />
que el camino de recuperación sería posiblemente agotador. Sus intuiciones<br />
sociológicas reafirmaban esa convicción, y sostenía en la Carta de Jamaica que<br />
“Toda idea relativa al porvenir de este país (el Nuevo Mundo, A.R.) me parece<br />
aventura, y luego proporcionaba esta imagen de la situación’: “Nosotros somos<br />
un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte... Yo considero el<br />
estado actual de la América, como cuando desplomado el Imperio Romano<br />
cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y<br />
situación o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias o<br />
corporaciones; con esta notable diferencia: que aquellos miembros dispersos<br />
volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las<br />
cosa son los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo<br />
que en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos indios m europeos, sino<br />
una especie media entre los legítimos propietarios <strong>del</strong> país y los usurpadores<br />
españoles... nos hallamos en el caso más extraordinario y complicado ... (11)<br />
Este pasaje refleja dos percepciones de Bolívar, las cuales se acentuaron<br />
posteriormente: en primer lugar, que el quiebre <strong>del</strong> lazo colonial había<br />
producido un vacío histórico, que de no llenarse con prontitud podía degenerar<br />
en caos; en segundo lugar, que existía un factor de naturaleza social que<br />
jugaba un papel en el proceso independentista, y que ese factor, por<br />
naturaleza, contribuía ala inestabilidad política. Este problema, de la dimensión<br />
social de los conflictos y su impacto político, surgió con mayor nitidez en el<br />
Discurso de Angostura. Allí el Libertador dijo: “Es imposible asignar con<br />
propiedad, a qué familia humana pertenecemos. <strong>La</strong> mayor parte <strong>del</strong> Indígena<br />
se ha aniquilado; el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano,<br />
y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo.<br />
____________________<br />
(11) Simón Bolívar, Obras Completas, Vol. 1, p. 164