La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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A mi modo de ver, la teoría (o tesis) de la dependencia es científicamente<br />
errada, y profundamente dañina desde un punto de vista político para<br />
nuestros pueblos. Lo creo así por las siguientes razones: En primer lugar, la<br />
tesis sobrestima y exagera la influencia de factores externos sobre nuestra<br />
evolución económica y política. Segundo, la tesis subestima y minimiza la<br />
importancia de factores internos. Tercero, la tesis deja de tomar en cuenta, en<br />
su análisis de los determinantes <strong>del</strong> progreso material, aquellos factores que<br />
juegan un rol prioritario y que tienen que ver con las actitudes sicológicas,<br />
valores políticos, instituciones y formas de organización social de los pueblos.<br />
Cuarto, la teoría estable ce una dicotomía rígida y totalmente irreal entre<br />
dependencia e independencia económica, en tanto que, de hecho, no existe<br />
ninguna nación que sea económicamente independiente. Finalmente, la teoría<br />
no sólo contribuye a minimizar en forma legítima nuestras propias<br />
responsabilidades en la determinación de nuestro destino, sino que,<br />
paralelamente, otorga credibilidad a las excusas de nuestros dirigentes, que se<br />
eximen de culpa ante sus repetidos fracasos usando el sencillo expediente de<br />
atribuir la causa de los mismos a agentes exteriores. Además, y<br />
paradójicamente, la tesis de la dependencia nos coloca en una situación de<br />
total dependencia político-sicológica respecto a los vaivenes <strong>del</strong> sistema<br />
internacional, pues su lógica interna lleva inevitablemente a concluir que sólo si<br />
el mundo cambia podremos entonces cambiar nosotros. Por otra parte, si -<br />
como plantea la tesis nuestros males pasados, presentes, y posiblemente<br />
futuros son resultado de las acciones de los países avanzados, hay que llegar a<br />
la conclusión de que si esas naciones no transforman sus políticas hacia<br />
nosotros estarnos entonces condenados a un eterno subdesarrollo, pero si nos<br />
ayudan no podremos evitar seguir dependiendo de sus dádivas, buenas<br />
intenciones, o realismo, pero en todo caso, la relación de subordinación<br />
continuará bajo el disfraz que sea. Este es el más nefasto resultado político de<br />
la tesis de la dependencia (aparte de sus efectos negativos sobre el desarrollo<br />
de las ciencias sociales en América <strong>La</strong>tina): su utilización como instrumento<br />
para excusar los enormes errores, gigantesca corrupción, y masiva<br />
incompetencia que han caracterizado, y caracterizan aún, el manejo económico<br />
realizado por las élites dirigentes en numerosos países <strong>del</strong> Tercer Mundo, bien<br />
se proclamen éstas élites socialistas o adherentes a principios neoliberales. Un<br />
ejemplo típico de tal actitud lo hemos visto en Venezuela a consecuencia <strong>del</strong><br />
endeudamiento nacional de años recientes. Nuestros líderes han clamado<br />
contra el Fondo Monetario Internacional y los banqueros de New York, Londres<br />
y Zurich, pero pocos han dicho que nuestros problemas en este terreno se<br />
derivan primordialmente <strong>del</strong> uso incompetente que hicimos <strong>del</strong> capital que se<br />
nos concedió y de las ineptas políticas fiscales y monetarias que han venido<br />
implementando por años nuestros gobernantes.<br />
Conviene comentar brevemente cada una de las observaciones criticas a la<br />
teoría, ya previamente esbozadas. <strong>La</strong> cuestión de las relaciones pasadas y<br />
presentes entre los países avanzados de Occidente y el Tercer Mundo está<br />
plagada de mitos, falsificaciones ideológicas y chantajes emocionales. Tal como