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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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En estos párrafos están presentes una serie de planteamientos que han<br />

jugado papel predominante a todo lo largo de nuestra evolución democrática:<br />

En primer lugar la idea firmemente expresada de que la riqueza petrolera es en<br />

sí misma un espejismo que debe ser utilizada para crear un aparato económico,<br />

industrial, agrícola y comercial, capaz de perdurar más allá <strong>del</strong> período,<br />

relativamente corto, de la bonanza extractiva. En segundo lugar -y éste es el<br />

reverso de la tesis <strong>del</strong> petróleo como maldición- la idea de que el petróleo<br />

podría ser nuestra salvación, el gran demiurgo de nuestro desarrollo, que nos<br />

ahorraría muchas de las dificultades que confrontan otros países de América<br />

<strong>La</strong>tina, Asía y África. Como lo formulaba Betancourt en otra alocución <strong>del</strong><br />

período, “En la India, extraordinariamente populosa, de Nehru... se aprecian<br />

problemas sociales y económicos agudos; pero existe entre la India y Venezuela<br />

la diferencia de que mientras Nehru necesita realizar un viaje a Washington en<br />

solicitud casi encarecida de un préstamo de cien millones de dólares para<br />

iniciar su segundo plan quinquenal... nosotros disponemos de dinero fiscal<br />

derivado <strong>del</strong> producto <strong>del</strong> petróleo; dinero que podemos y debemos aumentar<br />

mediante una revisión negociada <strong>del</strong> status en cuanto a los impuestos<br />

petroleros”. (5) <strong>La</strong> tercera idea expuesta por Betancourt y otros importantes<br />

dirigentes en esa etapa inicial de la democracia, y que se ha mantenido hasta<br />

nuestros días como una constante en el marco intelectual de nuestro liderazgo,<br />

es que debía ser el Estado el gerente gestor primordial y casi único <strong>del</strong><br />

desarrollo nacional, afrontando a la vez -con financiamiento petrolero- la<br />

promoción de la industria manufacturera, la agricultura, la ganadería, la<br />

educación, la política de vivienda, la de salud pública, de infraestructura, y de<br />

todos los servicios públicos concebibles. (6) Por último, todo esto, es decir, el<br />

desarrollo, tendría que lograrse en un lapso de tiempo relativamente corto,<br />

pues -como con característica metáfora lo planteaba Betancourt- Venezuela<br />

estaba trabajando contra reloj.<br />

Es imposible exagerar el impacto que este conjunto de ideas, compartidas por<br />

una mayoría sustancial <strong>del</strong> liderazgo nacional y de la población en general, ha<br />

tenido en la definición de nuestro mo<strong>del</strong>o político y económico democrático.<br />

Aunque esta no fuese la intención de nuestros dirigentes al formular a grandes<br />

trazos ese proyecto nacional de la democracia, el hecho es que detrás de esas<br />

aspiraciones se asomaban tres supuestos que carecían entonces, y aún<br />

carecen, de firme sustentación en la realidad de las cosas. Se trata, por una<br />

parte, de la noción de que el desarrollo venezolano puede lograrse sin<br />

austeridad, sin ahorro, sin sacrificio económico por parte de la población pues<br />

podemos comprarlo con el petróleo. El segundo supuesto que se desprendía de<br />

los planteamientos de la época, y que continúa jugando un papel en la<br />

mitología política de la democracia, es que ese desarrollo puede alcanzarse en<br />

_________<br />

(5) Ibid, p. 99.<br />

(6) Véase Ibid, p. 208.

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