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La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero

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al darse cuenta de que buena parte de sus ingresos irían a parar a manos de<br />

una maquinaria burocrática que ha malbaratado enormes sumas <strong>del</strong> tesoro<br />

público. Una política impositiva debe entonces responder a criterios de<br />

eficiencia, y no a los dogmas ideológicos de un <strong>populismo</strong> que tiende a<br />

concentrar poder económico en el Estado a pesar de las repetidas<br />

demostraciones de su propensión al despilfarro y la corrupción.<br />

Para Venezuela hubiese sido mil veces preferible que los sustanciosos<br />

ingresos provenientes <strong>del</strong> petróleo a partir de 1973, en lugar de despilfarrarse<br />

en función de los desmesurados proyectos de la Gran Venezuela se hubiesen<br />

orientado de otra manera, de acuerdo a una concepción no estatista <strong>del</strong><br />

desarrollo como un proceso a largo plazo. Como plantea Dubuc, “viendo las<br />

cosas en retrospectiva, hubiese sido mejor gastar ese dinero en la<br />

humanización de nuestras infernales ciudades, en la edificación de obras para la<br />

expansión de oportunidades individuales en el terreno de la cultura y el<br />

deporte, y en la construcción de la infraestructura que siempre hemos<br />

necesitado -y para lo que ahora tenemos tan escaso dinero a fin de crear<br />

condiciones para las actividades agropecuarias y pesqueras privadas.<br />

Desgraciadamente pudo más la mitología política que la sensatez”. (26)<br />

Hubo sin duda programas positivos, basados en una visión más acertada de<br />

lo que debía, hacerse, como por ejemplo la creación de la Fundación Gran<br />

Mariscal de Ayacucho. Sin embargo, también aquí se cometieron serios errores,<br />

y la incidencia de fracasos, la ineficiencia y el clientelismo fueron muy elevados.<br />

<strong>La</strong> Gran Venezuela absorbió recursos que administrados de otra forma, y en<br />

condiciones políticas distintas dentro de un marco democrático levantado sobre<br />

las leyes y no sobre la demagogia, podrían haber colocado a Venezuela sobre<br />

un sendero de sólida superación nacional. Pero de hecho, entramos en una<br />

etapa, que aún persiste, de progresivo deterioro.<br />

¿Hemos asimilado las lecciones que arroja esta experiencia? Es decir, como lo<br />

formula Deutsch, ¿hemos logrado extraer de todo esto un aprendizaje creativo<br />

que nos permita entender adecuadamente lo ocurrido e incrementar las<br />

posibilidades de tomar un camino distinto hacia a<strong>del</strong>ante? (27) Esto está aún por<br />

verse, pero no hay que olvidar que los individuos, y naciones enteras, pueden<br />

experimentar procesos de aprendizaje “patológicos” que en lugar de acrecentar<br />

su capacidad de innovación la reducen, con consecuencias usualmente nefastas<br />

para su evolución futura. (28) Para Venezuela las alternativas siguen siendo o<br />

bien la continuación de una democracia populista, que seguramente nos llevará<br />

a una mayor decadencia, a la parálisis, la anarquía o el autoritarismo, o bien<br />

una democracia basada en el sentido de la realidad por parte de la ciudadanía y<br />

sus dirigentes. En la sección siguiente me propongo trazar algunos de los<br />

rasgos de esa opción no populista para la democracia venezolana: conquistar<br />

esa alternativa es, en esencia, el desafío fundamental que tiene planteado<br />

Venezuela.<br />

__________________<br />

(26) Dubuc, “El Programa..., p. 18.<br />

(27) Deutsch, p. 169.<br />

(28) Ibid. p. 248.

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