La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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servicio <strong>del</strong> hombre -actitud que se refleja, para citar un caso, en la renuencia a<br />
matar animales como la vaca-; la creencia en la reencarnación perpetua, lo cual<br />
reduce el significado de los esfuerzos en la vida presente; la admisión, como<br />
algo normal, de la mendicidad y la ausencia de una actitud reprobatoria ante la<br />
aceptación de caridad; la oposición al trabajo de la mujer fuera <strong>del</strong> hogar, y<br />
otras. (3) Estas creencias y formas de comportamiento pueden, desde luego,<br />
alterarse, y los seres humanos somos capaces de cambiar nuestras<br />
concepciones, hábitos y costumbres. No obstante, lo que hay que tener claro es<br />
que existen factores sicológicos y sociológicos que obstaculizan, en lugar de<br />
alentar, el progreso material de los pueblos, y que hablar de desarrollo sin<br />
tomar en cuenta este tipo de determinantes es no sólo ingenuo sino, lo que es<br />
más relevante, intelectualmente poco serio y políticamente absurdo o, en todo<br />
caso, manipulativo.<br />
<strong>La</strong> anterior lista, desde luego, podría extenderse considerablemente, y al<br />
respecto cabe aclarar dos puntos: en primer lugar, tales actitudes y creencias<br />
que obstaculizan el progreso material no son patrimonio exclusivo de ningún<br />
pueblo, aunque en ciertos casos pueden ser más numerosas que en otros; en<br />
segundo lugar, semejantes actitudes y creencias, muchas de las cuales tienen<br />
hondas raíces de carácter religioso, son perfectamente respetables en su<br />
contexto. Su presencia o ausencia, a mi modo de ver, ni enalte ce ni disminuye<br />
a los seres humanos. Lo que hay que enfatizar, aunque resulte repetitivo, es<br />
que existen ideas, creencias y actitudes que obstruyen en lugar de alentar el<br />
progreso material, minando las aptitudes, convicciones y modos de conducta<br />
que están en la base de ese tipo de avance humano. Por lo demás, muchas de<br />
las ideas y creencias mencionadas están hondamente arraigadas en las formas<br />
de comportamiento de pueblos a lo largo y ancho <strong>del</strong> planeta, y forman parte<br />
integral de la vida espiritual y emocional de -literalmente- centenares de<br />
millones de personas. Cualquier intento de transformarlas o removerlas en<br />
forma masiva, rápida y radical traería seguramente como consecuencia un<br />
colapso social a gran escala -como en efecto ocurrió en China durante los años<br />
<strong>del</strong> “gran salto a<strong>del</strong>ante” y luego la revolución cultural maoístas. No obstante,<br />
teóricos <strong>del</strong> desarrollo <strong>del</strong> prestigio de Gunnar Myrdal, por ejemplo, han<br />
sugerido la implementación de planes dirigidos a cambiar de raíz al hombre y la<br />
sociedad en Asia, utilizando para ello, si se requiere, la coerción. Como<br />
acertadamente señala Bauer, experimentos de esta naturaleza ya han sido<br />
llevados a cabo bajo regímenes totalitarios como el soviético, aun costo<br />
incalculable y plenamente deshumanizador. (4)<br />
________________<br />
(3) Véase, P. T. Bauer, Dissent on Development, Weidenfeld and Nicolson ,London,<br />
1971, pp. 78-79<br />
(4) En torno a este debate, véase Ibid., pp. 185-222, y el famoso libro de Myrdal. Asian<br />
Drama. Allen <strong>La</strong>ne, London, 1968, pp. 1909-1910