La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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El marxismo, como todo historicismo, se fundamenta en una visión<br />
escatológica de la historia, según la cual los procesos sociales evolucionan<br />
inevitablemente en una dirección definida hacia una meta última -el socialismo-<br />
que será el reino de la libertad, y a cuyo logro deben subordinarse los esfuerzos<br />
de todos. <strong>La</strong> imposición de objetivos sociales comunes en aras de la utopía<br />
socialista, y el totalitarismo consecuente, es el punto de culminación de toda<br />
empresa política que se tome en serio las implicaciones <strong>del</strong> marxismo.<br />
El siguiente pasaje, extraído de un texto <strong>del</strong> socialista británico Perry<br />
Anderson, ejemplifica con bastante claridad las dificultades y contradicciones<br />
<strong>del</strong> marxismo. Según Anderson, “El advenimiento <strong>del</strong> modo de producción<br />
capitalista era esencialmente un proceso objetivo ciego, por el que jamás nadie<br />
luchó voluntariamente como tal. <strong>La</strong> democracia burguesa en sí misma -su<br />
cobertura política ideal- no fue creada como un propósito subjetivo de la<br />
burguesía, (sino) que más bien emergió de las contradicciones objetivas de la<br />
lucha de clases entre el capital y el trabajo... El socialismo, por el otro lado, fue<br />
desde el comienzo un proyecto premeditado, intencional, un horizonte ideal<br />
declarado <strong>del</strong> proceso histórico, por el que la clase trabajadora<br />
conscientemente luchó... (Marx y Engels) vieron la lucha por alcanzarlo como la<br />
inauguración de otro tipo de historia, consciente y controlada. El socialismo, en<br />
otras palabras, es un ideal subjetivo, como el capitalismo nunca lo fue. Es esta<br />
dimensión ideal <strong>del</strong> socialismo, inseparable de su misma definición, la que los<br />
principales Estados posrevolucionarios de este siglo contradicen cruel y<br />
profundamente”. (7) Sin duda ello es así, y la razón de que sea de esa manera<br />
se encuentra en el carácter intrínsecamente totalitario <strong>del</strong> socialismo, que<br />
aniquila la libertad. No obstante, ésta no es la conclusión que extraen los<br />
socialistas de su constatación empírica acerca <strong>del</strong> aplastamiento de la libertad y<br />
la democracia bajo el socialismo real; tampoco aceptan que existe una relación<br />
intrínseca entre una economía de mercado (capitalista) y la posibilidad de<br />
vigencia de una sociedad libre y democrática. Más bien, el nuevo discurso de<br />
los socialistas democráticos nos dice que las libertades y derechos formales “no<br />
son concesiones de la burguesía ni frutos específicos de las grandes<br />
revoluciones burguesas de los siglos anteriores, sino que son resultado <strong>del</strong><br />
largo proceso civilizatorio de la humanidad... la democracia política (es) un<br />
continuum histórico, que debe encontrar en el cambio socialista un nuevo<br />
momento de expansión... otorgando a la idea democrática una plenitud en la<br />
práctica social que hoy la existencia de privilegios sociales y económicos en los<br />
países capitalistas le niega” .(8)<br />
En todo esto hay una mezcla de mala historia con mala política, que es<br />
necesario desentrañar cuidadosamente, Hayek señala con acierto que hoy<br />
pocos recuerdan que en sus comienzos la idea socialista era abiertamente<br />
autoritaria. Los autores que sentaron las bases <strong>del</strong> socialismo moderno no<br />
abrigaban dudas de que sus proyectos sólo podrían implementarse por vías<br />
dictatoriales.<br />
_______________<br />
(7)Perry Anderson, “Acerca de las Relaciones entre el Socialismo Existente y el Socialismo<br />
Posible”, Nueva Sociedad, Caracas, N* 56-57, 1981, pp. 187-188 (Enfasis A. R-)<br />
(8)Petkoff, pp’ 122-123 (Enfasis A.R)