La miseria del populismo (1986) - Aníbal Romero
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que aún les impide asumir una postura ideológica renovada, acorde con las<br />
nuevas realidades nacionales, es el apego a la mitología populista y a los mitos<br />
socializantes que aún dominan la cultura política nacional. Tomemos por<br />
ejemplo estos párrafos extraídos de un reciente artículo de un importante<br />
dirigente de Acción Democrática. Al explicar en qué sentido, en su opinión,<br />
debe reorientarse la democracia, el autor (Marco Tulio Bruni Celli) argumenta<br />
que “En primer lugar, se impone liquidar la desviación desarrollista, que es<br />
aquélla que se empeña en ver y medir el desarrollo por el mero crecimiento de<br />
las magnitudes económicas sin tomar en cuenta sus efectos sociales... Pero<br />
también se impone luchar; contra la desviación populista, asociada a la<br />
demagogia, al reparto y al derroche irresponsable de la riqueza, a la práctica de<br />
dar sin exigir, al gasto alegre en obras ofrecidas en programas irresponsables<br />
que no se acomodan a un plan serio e integrado de desarrollo social, pero que<br />
se construyen para sacar dividendos políticos. Esta desviación también ha<br />
costado numerosos recursos económicos y ha sido fuente de frustraciones<br />
colectivas”. (17)<br />
Lejos está de mi propósito cuestionar el más que justificado ataque que acá<br />
se hace a la desviación populista; no obstante, lo que llama la atención en este<br />
análisis es, de un lado, el intento de rendir tributo de oposición a una presunta<br />
desviación desarrollista, de cuya presencia me resulta muy difícil encontrar<br />
rastros en la ideología de nuestros partidos políticos y aun <strong>del</strong> sector<br />
empresarial -todos los cuales siempre enfatizan el término social al hablar de<br />
desarrollo. De otra parte, los párrafos citados siguen poniendo de manifiesto<br />
una visión <strong>del</strong> desarrollo centrada en la acción <strong>del</strong> gobierno, y en la idea de<br />
planificación por parte <strong>del</strong> Estado. Se habla de un plan serio e integrado de<br />
desarrollo social, pero no se define con precisión qué significa esto. En realidad,<br />
en estos conceptos hay más retórica que sustancia, y lo que se pierde de vista<br />
es que el desarrollo no es un proceso mágico sino el producto de gente de<br />
carne y hueso tratando de generar riqueza. En otras palabras, el desarrollo<br />
depende de las actitudes y aptitudes de la gente, y de un marco institucional<br />
que permita que esas actitudes y aptitudes se canalicen libremente y obtengan<br />
beneficios en base al esfuerzo y la iniciativa personal.<br />
En Venezuela -aunque hayan existido movimientos desarrollistas sólo hemos<br />
padecido de una desviación populista y de un paternalismo estatal que asfixia,<br />
ahoga y congestiona toda la economía. <strong>La</strong> -única manera de alcanzar el<br />
desarrollo en una sociedad democrática-y este tema será objeto de un más<br />
detallado análisis posteriormente- es a través <strong>del</strong> trabajo creador de los<br />
individuos en un contexto de libertad económica. En nuestro país lo que hemos<br />
tenido es un Estado que sabe repartir pero no crear riqueza, y una ideología<br />
económica que es incapaz de responder a las exigencias de una economía norentista.<br />
Afirmar que en Venezuela se ha concedido secundaria importancia a<br />
los efectos sociales <strong>del</strong> crecimiento económico derivado <strong>del</strong> petróleo no se<br />
ajusta a los hechos. Al contrario, el <strong>populismo</strong> vigente en las concepciones<br />
_______________<br />
(17) Marco Tulio Bruni Celli, “Significación, Características y Consecuencias de las Elecciones<br />
<strong>del</strong> 4 de Diciembre de 1983% en: 1984: ¿A Dónde va Venezuela?, Editorial Planeta, Caracas,<br />
1984, pp. 124-124.