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DESCARGAR TOMO-3.pdf - Cinosargo

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EL LOCO<br />

timero, tanto que sin saber cómo me hallé de pronto en el<br />

dintel. Iluminaba apenas el recinto una vela de sebo. El<br />

diente era húmedo, como de exhumaciones en ruinas.<br />

Sujería no sé qué de milenios. A través de las penumbras<br />

se veía retazos de cielo en el techo enhollinado y de paja.<br />

paredes agrietadas son de adobes. Quedan restos de<br />

empapelado o periódicos podridos. En el suelo desenladrillado<br />

hay unos cuantos cueros de oveja y dos cajones sucios<br />

cacharros y algunas herramientas enmohecidas.<br />

En un rincón, cubierto con una manta andrajosa,<br />

reposa un hombre lívidamente apergaminado, rodeado de<br />

criaturas esqueléticas y casi desnudas. El hombre repite<br />

constantemente, con voz lenta y apagada: —Tengo<br />

derecho a vivir. Tengo derecho... —mientras que las<br />

criaturas dicen, como una oración en las agonías: —Pan,<br />

papá. Pan, papá—. La mujer, espectralmente pálida, sopla las<br />

brasas del tuero, en un extremo, calentando algo en una<br />

«bollada lata de conservas. Así que me vio vino a mí, apurada<br />

como borracha, mascujando: —Ahí está, señor, el<br />

errata. Ya no hay remedio. No querían darnos trabajo en<br />

ninguna parte ni a él ni a mí y ni a mis hijos. ¡Y nuestros<br />

hijos, señor! Mire... ¡Hum! ¡Los ángeles...!!— Y mientras<br />

alzaba los ojos opacos al cielo, amenazando con sus<br />

manos empuñadas, se ahogaba en su pecho un estertor<br />

rugiente. Pero nadie lloraba ahí, sin embargo yo seguía<br />

oyendo tan cerca de mí aquel llanto misterioso y profundo,<br />

que sentí recorrer en mis nervios una onda de calofrío<br />

que me hizo saltar las lágrimas, por lo que salí sin proferir<br />

ni una palabra.<br />

*<br />

El cielo estaba estrellado y la noche era serena.<br />

Multitud de obreros se recogían como sombras que se<br />

escurren, visiblemente agobiados.<br />

*<br />

Llegué a casa y me acosté; pero no pude dormir,<br />

porque aquella familia ácrata muriendo en la miseria se<br />

me presentaba a cada momento, aunque cerraba fuerte-<br />

— 1071 —

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