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DESCARGAR TOMO-3.pdf - Cinosargo

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ARTURO BORDA<br />

miento se hizo más rápido, con lo cual imaginé ser<br />

dado en cubilete agitado por un loco y me hallaba ya<br />

envuelto a la diabla por el hilo del micrófono, que no<br />

lo soltaba, a, pesar de que daba tumbos de arriba para<br />

abajo y de uno a otro lado. Yo estaba callado y sin<br />

embargo sentí como si estuviese hablando en<br />

altoparlante, con todo el volumen del sonido, tanto<br />

que me zumbaban el oído y las sienes, por lo que mis<br />

ideas en tumulto y contrapuestas, se mezclaban de<br />

modo incomprensible, lo que a la vez me daba rabia y<br />

risa; entonces, creyendo resueltamente que estaba<br />

ebrio, quise soltar el micrófono, desenredarme y ….. No<br />

sé. Pero en eso, felizmente el movimiento se detuvo y<br />

yo seguía diciendo de este modo:<br />

Nos hallamos en una exhibición de pintura, escultura,<br />

música, poesía y arquitectura y podemos ver<br />

que casi la totalidad de los visitantes prestan<br />

atención derechamente a las obras más bellas, tales si<br />

fuesen atraídos por la bondad o un electroimán. Y eso<br />

porque cualquiera quiere tener en su recuerdo o en su<br />

hogar algo que le agrade, algo que le consuele y le<br />

purifique de tanta porquería con que se roza a diario; es<br />

decir, conservar aquello por lo que se siente deleite al<br />

oír o contemplar; por todo lo que afecte gratamente a<br />

los sentidos. Lo bello y lo bueno seduce, encanta,<br />

fascina, atrae, arrolla, absorbe y domina en su<br />

contemplación, induciendo al individuo a la abstracción<br />

y a la meditación que elevan el espíritu en una aspiración<br />

de ideas y sentimientos cada vez mayores, lo<br />

mismo que cuando uno se halla ante una linda mujer<br />

o una bella flor o cuando oímos el sortílego trino o<br />

gorgoritar del organillo canoro o del ruiseñor en el<br />

oquedal, junto al arro-yuelo murmurador. Mientras<br />

tanto, ¿qué ha sucedido con lo feo, lo malo o lo<br />

grotesco? Que se quedó en la berlina del olvido<br />

indolente e indiferente, ab eterno. Claro está que no<br />

faltará alguien de mal gusto; pero eso mismo confirmará<br />

la regla general de la existencia en mayoría<br />

del sentido común, del que Voltaire dijo ser lo menos<br />

común.<br />

¿Cómo sería posible que nadie prefiera, por<br />

ejemplo, una cencerrada a la honda emoción contenida<br />

en simpleza del canto llano de Palestrina en la Capilla<br />

Sixtina?; ¿la farfalla de un gongorismo cualquiera a la<br />

limpieza majes-<br />

— 1622 —

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