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ARTURO BORDA<br />

Ahora bien; suponiendo que no se quisiese<br />

resolver el asunto por esa otra forma de proposición, que<br />

es la más aceptable, teniendo en cuenta el orgullo y la<br />

altivez nacional, no hay más remedio que ir francamente<br />

al extremo contrario, no, indudablemente, pidiendo la<br />

protección de Norte América, el más fuerte, no; de<br />

ninguna manera, sino... ¿Sabes cómo? Declarando a<br />

Bolivia colonia yanqui.<br />

ARMANDO<br />

Pues, hijo, con tales bombas hasta los muertos despiertan.<br />

Palabra. Bolivia ¿colonia yanqui? No. Absolutamente<br />

no. Entre la muerte física y la muerte moral,<br />

estoy por la primera y no ser el cordón umbilical de los<br />

norteamericanos. Esa abdicación de la libertad en plena<br />

conciencia de la libertad, aun cuando sólo fuese de los<br />

muy menos, ya sería suficiente fuerza para levantar en<br />

armas no sólo a la patria, sí que también a toda la América<br />

del Sur.<br />

ADALID<br />

Pero los hombres honrados que sienten y piensan<br />

con tal temple de ánimo, es posible que ya no haya en Bolivia,<br />

la cual, a mi modo de ver, cada día es irá volviendo<br />

más indiferente, con ser que ya está mucho. No obstante,<br />

puede ser que haya algunos sabios que mediten eso mismo,<br />

pero sin ánimo para decir esta boca es mía, lo que<br />

equivale a que no existiesen, aunque se apoyen en la<br />

máxima de no hablar si no nos preguntan y en la de no<br />

meterse en lo que no nos importa. Verdad es también<br />

que en asuntos de esta índole nadie quiere considerarse<br />

la patria, nadie se atreve, por ignorancia, por temor o<br />

vergüenza, a interrogar al pueblo que qué es lo que siente<br />

y piensa al respecto. Pero como no hay asunto nacional<br />

que no interese afectando profundamente al más<br />

miserable de los nacionales al igual que al afortunado,<br />

tanto al más sabio que cuanto al más ignorante, resulta,<br />

pues, que todos no sólo tienen derecho sino que están en<br />

la obligación de dar su opinión en los asuntos más<br />

trascendentales. Sí: no únicamente se ha de pedir la<br />

opinión del pueblo para elegir diputadillos del tres al<br />

cuarto, o concejales iguales; porque, en fin de cuentas,<br />

¿quién da su sangre en los campos de batalla, de-<br />

— 1170 —

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