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DESCARGAR TOMO-3.pdf - Cinosargo

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EL LOCO<br />

tiempo? Y en ese siempre, siempre, naciendo y muriendo<br />

hechos, seres y muchos absurdos, sin objeto<br />

anterior ni ulterior? ¡Oh, nada hay imaginable más<br />

estúpido y despreciable que lo infinito y eterno!<br />

*<br />

Estaba en eso cuando apareció el Demoledor, correteando<br />

como una ardilla, de modo que iba sacando de sus<br />

escondites a todos los archimillonarios, a los monarcas<br />

y los dioses, a los sabios, generales y policiales, a los<br />

espíritus y a todos los diablos.<br />

Y en medio de la más abigarrada muchedumbre,<br />

como en un tablado de feria universal, empezó a charlar,<br />

burlándose de los dioses de todas las religiones, es<br />

decir, de todas las autoridades, enamorándose cínica y<br />

libertinamente de las diosas, de las vestales y las<br />

emperatrices,, proponiéndoles con descaro rufianesco el<br />

adulterio, de k> que se reía a mandíbula batiente,<br />

mirando de soslayo a los dioses, a los emperadores y a<br />

los sacerdotes, y archimillonarios. En fin, el caso es que<br />

ellos estaban como los perritos cuando se arrinconan de<br />

miedo. Así. En cambio la humanidad proletaria, la<br />

gente sufrida, los eternamente humillados y obedientes<br />

y temerosos de todo, como si se hallasen ante los clowns<br />

en la pista de un circo ecuestre, reían al parecer de una<br />

manera inextinguible.<br />

Seguidamente todos los empíreos, los edenes o<br />

wall-hallas y todos los orcos, o infiernos se conspiraron<br />

contra el Demoledor; pero él con un vigor y una audacia<br />

sin límites, remangaba las túnicas a las diosas y a los<br />

dioses, dándoles sendas palmadas en las nalgas si no les<br />

jalaba las orejas o les arrancaba cabellos, cuando no les<br />

pellizcaba en la nariz; luego tiraba del rabo a éste o aquel<br />

demonio, aventando de cada soplo millares de almas<br />

errantes que iban girando ridiculamente impotentes a<br />

modo de polvillo en los torbellinos.<br />

Esto sucedía en medio de una chilla y barabúnda<br />

indecibles, mientras que la humanidad reventaba de<br />

risa.<br />

— 1589 —

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