11.05.2013 Views

DESCARGAR TOMO-3.pdf - Cinosargo

DESCARGAR TOMO-3.pdf - Cinosargo

DESCARGAR TOMO-3.pdf - Cinosargo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ARTURO BORDA<br />

mi estado de salud. Además, por donde iba todos se burlaban<br />

de mí. En esto noté que mis ojos adquirían una manera<br />

especial de ver las formas femeninas, Una tarde pasaron<br />

por mi lado unas muchachas más ágiles que lagartijas.<br />

A medida que se alejaban, volvíanse a mirarme a cada<br />

instante: en sus bocas jugaban diabólicamente sus agudas<br />

lenguas, mientras que sus ojos me fascinaban brillando<br />

lúbricas. No sé cómo, pero ello es que me volví perro<br />

con algo de burro. Ellas vieron mi metamorfosis. Yo era<br />

una especie de perro de Terranova o de San Bernardo, pero<br />

más grueso, más lanudo y pesado. Oliendo el suelo entré<br />

también tras ellas a una casa.<br />

En el salón, espacioso y muy iluminado, al son de<br />

un pianito, danzaban muchas parejas. Los atorrantes,<br />

muellemente repantigados en los sofás, fumaban de modo<br />

distraído. A mi paso algunos me acariciaban, pasándome la<br />

mano desde las orejas al rabo, mientras que otros me atracaban<br />

recios puntapiés. Entonces yo gruñía mostrándoles<br />

mis enormes caninos, con lo que se asustaban.<br />

En torno a una mesa estaban sentadas unas mujeres,<br />

comiendo pavos trufados. Bebían champaña. Me detuve<br />

un instante, eché las orejas atrás, alcé la cabeza al cielo,<br />

y mostrando los dientes, y dilatando las fosas nasales,<br />

olfateé largamente el aire. Luego fui a sentarme al pie de<br />

las comilonas, quienes me arrojaron algunos huesos que<br />

los casqué de inmediato, no obstante que mi conciencia o<br />

dignidad de hombre me obligaba a no comer; pero tal era<br />

mi hambre, que mascaba a prisa las sobras que me daban.<br />

Mi situación era pues terrible; mi conciencia de hombre rebelde<br />

no podía nada contra mi perruno instinto. Entonces<br />

oré a Dios: y vi que en la pared testera, de piedra sillar,<br />

apareció un sol de oro, de uno de cuyos rayos saltó un perro<br />

de agua, el cual —supe por intuición— que era Dios<br />

mismo. Coleando alegremente vino y me halagó. Quise alzarlo,<br />

pero no pude, porque en vez de manos yo tenía patas.<br />

En eso, mientras mi cuerpo comía, como ciego hambriento,<br />

arrastrando mi conciencia en el suelo dije: —Pero,<br />

Dios mío, ¿por qué eres perro?— El me contestó de esta<br />

manera: —Por humildad, hijo.— Seguí preguntando:<br />

—Y yo, ¿por qué, Señor?— y diciendo: —Por necesidad—<br />

desapareció.<br />

— 1020 —

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!