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EL LOCO<br />

tiene ingerencia ni eso que llaman Dios. En consecuencia,<br />

Jos pueblos que reconocen una religión del Estado, deben<br />

echar a puntapiés la ingerencia del mitrado, porque tolerarlo<br />

es aceptar en el pueblo el gobierno de una potencia<br />

extranjera, como es la religión, entendiéndose por<br />

Estado el fiel regulador de cada derecho de actividad,<br />

sosteniendo el orden en las colisiones.<br />

Hecha esta digresión, podemos ver que Norte América,<br />

lista como siempre a entrometerse en hogar ajeno,<br />

pretextando la independencia de los pueblos, fomenta hipócritamente<br />

la anarquía caótica, cual en Méjico, apoderándose<br />

por tal manera no solamente del comercio, sí que<br />

también del territorio mismo. Es así cómo merced al<br />

Perú ya tenemos a ese país en espectativa sobre nuestros<br />

asuntos internacionales. Por tales procedimientos no será<br />

extraño ver un día al Perú entregar sus aduanas,<br />

quedando a guisa de colonia yanqui. Eso compromete la<br />

independencia suramericana.<br />

LUIS<br />

Pero el día que le toque el turno a Yanquilandia,<br />

Sur América caerá sobre ella a modo de incendio vengador.<br />

Todo tiene su hora, puesto que nada deja de<br />

obedecer a su turno. Mientras tanto, los pueblos<br />

hermanos...<br />

EMILIO (indignándose)<br />

Yo no quiero oír más la chirigota infantil, ridícula<br />

y mujeril de pueblo hermano, asaz estúpido, que sugiere<br />

no sé qué sabor repugnante de las alianzas o<br />

solicitaciones de los impotentes que a los postres son<br />

los únicos que nombran y renombran clamorosamente el<br />

derecho y la justicia. Pero, en fin, ¿qué le hemos de<br />

hacer? Solamente la soberbia de los rebeldes tiene<br />

lenguaje rudo aun en la agonía misma. Un Abaroa y un<br />

Cambrone son los tipos. En su infortunio no se les<br />

ocurriría decir: —Hermanito.. .No; seguramente que no<br />

dirán eso; contrariamente su verbo será: —¡Camaradas, a<br />

la lucha!,— porque, señores, el derecho y la justicia no se<br />

mendiga, se toma, estrangulando a sus conculcadores.<br />

Tal procede la conciencia de los<br />

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