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DESCARGAR TOMO-3.pdf - Cinosargo

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EL LOCO<br />

Pero al instante en el opalino claror de la luna, a<br />

través de niebla, que ilumina mi estancia, surgen sinuosas<br />

figulinas con blandicie de larvas, como si saliesen de la<br />

humedad cadavérica de inmemoriales criptas con<br />

suntuosidades de aguasmarinas en popelinas y muselinas<br />

lustrosas y resbaladizas, incoloras por los siglos; y sus<br />

voces, aquellas voces tan lejanas, tan gastadas, tan<br />

ancestrales, de tosecillas tan distantes de tísicos que se<br />

arrastran sonando a hueco los pulmones; delgadeces<br />

apergaminadas y descoloridas de moribundos cuya agonía<br />

los idealiza en una mueca de reproche que se graba en sus<br />

labios como para escupirnos un gargajo de odio<br />

tuberculoso, abriendo inmensamente sus ojos opacos o<br />

brillantes en la provocación temeraria del que agoniza.<br />

¡Oh, aquel gesto electrizante!<br />

Y pasan mil espectros de la misma jaez, saludándome<br />

con tal ironía y con tal gesto de desprecio en los<br />

ojos y en los labios, que con orgullo me vi en ellos como<br />

en un espejo. ¡Ay! de las gentes si comprendiesen tal cosa:<br />

cómo me enaltecería la cólera de su maldición. ¡Oh! el<br />

desprecio que tengo por toda grandeza y el asco que<br />

experimento por toda inutilidad. ¡Qué empuercamiento<br />

de gestos rebuscados para el público, para cualquiera, y<br />

quizá si para ellos mismos. ¡Uf... Cuánta inmundicia en<br />

el fondo de las apariencias. Si los hombres supiesen<br />

comprender la infinita sabiduría de ya no ser nada, de no<br />

querer nada, de mirarlo todo con asco y sin ni siquiera<br />

eso: mirar con ojos como de simples vidriantes o de<br />

cristalina roca. Ellos, mendigos de la opinión ajena, jamás<br />

sabrán de la absoluta liberación del que ya... Y no quiero<br />

hablar por ellos: imbéciles a quienes hay que aleccionar<br />

en la soberbia de esta única soledad, ultrajante sin<br />

excepciones, como cauterio o crisol de almas; porque yo<br />

sé que así los buenos resurgirán grandes. Es menester<br />

sacudir del alma la piojera del Yo y así dilatarse en los<br />

éteres en completa dación.<br />

…………………………………………………………………<br />

Digo y me obsesiona el son melopéico de la<br />

meliflua musiquilla nacional en organillo o pianito a la<br />

sordina, al compás, monótono siempre, de La Patacoja. Y<br />

el desesperante son de ese cantar monorrítmico me<br />

hunde infiltrán-<br />

—1433—

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