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ARTURO BORDA
MARCÓ AURELIO
Es verdad. En el aberrante fondo de la conciencia
ya se duda y se cree mismo, avizorando en vano todas las
orientaciones, como en los torbellinos las veletas. Hasta
aquí todo ha sido inútil; pues aquesta damnación inicia
cambio de rumbos radicales. Yo he visto las vorágines de
amor y dolor que propulsan cuidando el ideal cardíaco y
mental de nuestro Demoledor. En la vertiginosa angustia
de aquel corazón, mirad cómo se hacina el amorfo
pasado.
Pero hacia Levante veo ya el resplandor de un gran
incendio que abarca de Este a Oeste. La humareda empieza
a encapotar el firrmamente.
Así, pues, el que no haya caído al impulso de la insania
se asfixiará en el humo para alimentar el fuego sagrado
de las renovaciones. Todo se inflama como en los sudores
de la creación: Dios, el Amor, el Honor y la Caridad.
Tal es el fin de Era o de siglo.
Los amores y las religiones cristalizadas y resurgentes
caen chisporroteando en la infinita hoguera.
Ha llegado la hora
*
Ahora se oye sonar el armonium, en el que se reduce
toda la civilización cristiana. Pero...
UN MENDIGO, TUT HAN KHAMON y MAUSOLEO —
(surgiendo entre una nube de moscas en
la hediondez cadaverina de las tumbas)
Sabiendo a conciencia la vida, es un crimen predicar
la virtud, sea del saber, de la obediencia, de la honradez
y la humildad y de la modestia, porque en el fondo no
es nada más que pretender hacer de la humanidad un rebaño
de bestias atrahilladas, ya sea de los abiertamente
picaros, o, lo que es peor, de los simuladores de toda virtud.
— 1570 —