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ARTURO BORDA<br />

Pero ya estoy molestado de hablar por imágenes,<br />

no por lo estúpido ni lo feo de ellos, sino que por la necia<br />

incomprensión de los hombres; de manera que me obligan<br />

a decir lo necesario de un modo directamente crudo. Este<br />

lenguaje es demasiado claro, aunque todavía para los obtusos<br />

sea obscuro, es, pues, excesivamente preciso, sin matices,<br />

por lo mismo hiriente? Pues bien; yo no tengo la<br />

culpa: cuando yo hablaba como entre sueños, son giros de<br />

belleza rara, nadie me comprendía o nadie quería<br />

comprenderme. Ahora mi verbo, por eso, es duro como<br />

un esqueleto: de consiguiente, es algo como con la muerte<br />

con lo que quiero y debo hablar.<br />

Y así es, porque cada cual de vosotros se alegra<br />

al oír unas meras palabras aparentemente reactivas, y,<br />

sobreexcitados, aplauden, para olvidarlo todo<br />

inmediatamente agotados, sin ninguna habilidad analítica,<br />

siguiendo inconscientemente a todo el mundo, sin<br />

comprender que las palabras por sí mismas no constituyen<br />

ninguna lección. Ejemplo: — Un bandido puede estar<br />

predicando la virtud para atraparlos y servirse de vosotros<br />

como de cosas, en cambio que vosotros iréis alelados en<br />

su séquito, hasta que, siempre tarde, os deis cuenta del<br />

error, pero quedando ya definitivamente sojuzgados en la<br />

esclavitud a esa hipocresía, al arbitrio de un bribón.—<br />

Por consiguiente, la única prédica que debéis considerar<br />

real es el ejemplo, la lección que se vive segundo a<br />

segundo; observad que no faltarán hombres venales y vanos<br />

que sirviendo vilmente por una escudilla de lentejas<br />

irán sin escrúpulos a lavar indistintamente las saliveras<br />

ora del blanco, ora del negro, como ya del santo o del asesino,<br />

todo hasta lograr su posición social, un renombre, y,<br />

sobre todo, su situación económica. Ved que el servilismo<br />

del antiguo esclavo francamente esclavo ante el mundo y<br />

ante su conciencia era un servilismo honorable comparado<br />

con el voluntario servilismo de los hipócritas en el<br />

tiempo de la libertad.<br />

Pero indudablemente que ellos cuentan de<br />

antemano con su elemento, con esa juventud<br />

intelectual o ignara, que después de sufrir en las<br />

ergástulas los puntapiés<br />

— 1508 —

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