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ARTURO BORDA<br />

Y como ellos jamás aceptarán por mentor a nadie,<br />

entonces yo les grito satisfecho: —¡Bravo!— y los<br />

declaro sus propios maestros. Ellos son los hombres. La<br />

patria necesita almas de hierrro, ya que se trata de forjar<br />

el más venturoso futuro de la América. Ansiamos<br />

hombres que vivan de su propia fuerza y sean capaces<br />

de fabricar su propia fe en los dominios de la más alta<br />

rebeldía.<br />

*<br />

Eso dicho el Loco se echó de un salto en la fronda,<br />

como para zabullir en la densidad marina.<br />

Deshojando y rompiendo los ramajes, juntamente con<br />

una lluvia de sazonados frutos cayó en la sombra, sobre la<br />

compacta muchedumbre juvenil. Así aplastando a unos<br />

cuantos muchachos y otros tantos maestros, ocasionó gran<br />

trifulca, por lo cual y por cosechar los sazonados frutos,<br />

luchaba la muchedumbre muerta de sed, resultando por<br />

ello un sinnúmero de heridos, mientras que una parte<br />

de los jóvenes, sin ánimo de salir de la sombra,<br />

amenazaba con los puños cerrados al Insano que ya se<br />

hallaba lejos, a pleno sol arrastrando su sombra en el<br />

arenal calcinado, riendo a mandíbula batiente de la<br />

ridicula labor de los mentores que prácticamente<br />

apenas se concretaron a hacer enterrar a los muertos y<br />

curar a los enfermos.<br />

EL LOCO (al irse cachazudamente les grita asi:)<br />

Si maté con mi peso unos cuantos muchachos y<br />

otros tantos maestritos, es porque las raíces del árbol<br />

que os da su sombra necesitan ya un poco de sangre para<br />

luego daros el fruto que aplaque vuestra sed y angurria;<br />

y, dejo heridos, para que cuando sanos sepan cuidar su<br />

salud, es decir, su fuerza. Ahora sabed que la tierra es<br />

como la mujer, insaciable de riego, en tanto que el<br />

hombre apenas semeja la facundadora nubécula que se<br />

agota en chaparrón o garúa. Mas, ahora notad que no<br />

hay ni un sólo maestro que me siga, siquiera sea para<br />

vengaros; pero sabed que eso es porque tienen pies de<br />

señoritas para uso de zapatillas en salones de piso<br />

mullido. Son maestros que jamás salieron de su círculo<br />

social por asco y vergüenza a los que no son de su<br />

laya; incapaces de descender a convivir<br />

— 1510 —

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