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ARTURO BORDA<br />

Descubierta así la eterna patraña de los androides<br />

apabullados ya3 el pueblo enfadado les cubre de gargajos<br />

durante la ensobinada huida, gritando de esta suerte:<br />

— ¡Ea, los rústicos! Atajarlos y destriparlos,<br />

porque por donde pecas pagas.<br />

Con lo cual suspiré andrófobamente y me puse<br />

casi triste de alegría al ver que al fin los humildes, los<br />

eternamente explotados en su miseria, en su corazón, en<br />

su esforzado bregar por su pan, el indocto pueblo,<br />

comprendía y se rebelaba al fin. Los irredentos rompían<br />

sus sempiternas cadenas. Por eso el hierro hirviente de<br />

mi sangre al rojo blanco, reventó en llanto en mis ojos.<br />

Pero después esas mismas turbas entraron a la ciudad a<br />

saco y tajo, a manera de jaurías o tropas hambrientas, sin<br />

más ideal que sus torpes instintos de encadenados: la<br />

bestia roja asesinando ancianos y niños, violando mujeres<br />

hermosas o feas, niñas o viejas.<br />

Todos los hambrientos, todos los miserables, los<br />

oprimidos y explotados, yendo primeramente en<br />

represalia a incendiar los hogares de sus opresores,<br />

vociferando:<br />

— En la vara que mides serás medido y diente por<br />

diente y ojo por ojo, porque las leyes humanas sólo<br />

sirven para aniquilar al menesteroso amparando al<br />

poderoso. Ahora, pues, os toca el turno: sufrid. ¿No<br />

sabéis que el que monta manda?. Luego ya no sabían ni<br />

querían nada más que violencias, sangre y fuego. Tal esa<br />

chusma idiota, yendo tan pronto por sus fueros elevaba<br />

caudillos de la hez, a los que en seguida, sin saber por<br />

qué, los linchaba, para después, ignorante, omnipotente<br />

y trágicamente voluble, yendo ya contra sus intereses<br />

elevaba nuevamente a sus enemigos ancestrales.<br />

De ese modo los ilotas de siempre, sin arte ni<br />

ciencia ni conciencia, y sin ningún control de su<br />

sangre, ya que menos tienen de sus nervios, que es a lo<br />

más que aspiran aun los sabios ignorantes de los secretos<br />

del self conr trol, viéndose de pronto dueños de la<br />

libertad, juegan trá-<br />

*<br />

— 1544 —

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