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de Chuquisaca por haber poseído a 360 mujeres indíg<strong>en</strong>as. No hubo, pues, <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>la aurora de la<br />
Conquista sino <strong>el</strong> predominio de las leyes brutales de la naturaleza. Fué <strong>el</strong> transcurso civilizador de<br />
los días y la fundación de los grupos urbanos o pueblos, que introdujo procedimi<strong>en</strong>tos<br />
humanizados, a base de la interv<strong>en</strong>ción r<strong>el</strong>igiosa y de la asist<strong>en</strong>cia de las leyes hispanas,<br />
reguladas por <strong>el</strong> Código de Indias. Aqu<strong>el</strong>los frutos primig<strong>en</strong>ios de la ley de la jungla, que fué <strong>el</strong><br />
mestizaje, hicieron su aparición <strong>en</strong> medio d<strong>el</strong> abandono, mi<strong>en</strong>tras las madres quedaban arrojadas<br />
<strong>en</strong> la soledad d<strong>el</strong> campo, y <strong>el</strong> Conquistador seguía camino ad<strong>el</strong>ante <strong>en</strong> busca de sus sueños,<br />
desafiando <strong>el</strong> hambre, a las incomodidades y a la muerte. Quedaban como hu<strong>el</strong>la de su paso, <strong>en</strong><br />
los altiplanos, <strong>en</strong> los valles o <strong>en</strong> las montañas, niños de pi<strong>el</strong> aceitunada, dotados de un nuevo<br />
hálito psicológico.<br />
Hacia la segunda etapa de la Conquista, corridos los primeros años de la vida colonial, <strong>el</strong><br />
sacerdote se preocupa de los casami<strong>en</strong>tos <strong>en</strong>tre los indíg<strong>en</strong>as y se prohíb<strong>en</strong> las r<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre<br />
españoles y las mujeres vernáculas, no obstante de que <strong>en</strong> 1514 se prevén disposiciones<br />
autorizando la mezcla de las razas. El cont<strong>en</strong>ido de las pragmáticas reales se basaba, para las<br />
r<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre los indíg<strong>en</strong>as, <strong>en</strong> una resolución d<strong>el</strong> Concilio de Tr<strong>en</strong>to, por la que se consideraba<br />
matrimonio <strong>en</strong>tre plebeyos la simple vinculación secreta <strong>en</strong>tre dos seres humanos de sexo<br />
contrario. El concubinato fué, pues, legítimo sin más que la simple unión hasta que <strong>el</strong> Tercer<br />
Concilio reunido <strong>en</strong> México <strong>en</strong> 1585, resolvió autorizar los matrimonios <strong>en</strong>tre blancos e indios,<br />
prohibi<strong>en</strong>do que ningún español por su conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cia pudiera impedir <strong>el</strong> matrimonio de los indios<br />
con qui<strong>en</strong>es <strong>el</strong>los quisieran.<br />
Como hecho social se puede destacar que considerados los indios como seres humanos ni<br />
esclavos, ni inferiores, ni tampoco judíos como se empeñaban <strong>en</strong> demostrar muchos teólogos, la<br />
Corona de España, bajo los estímulos de la prédica humanitaria de los antiesclavistas, consintió <strong>en</strong><br />
la mezcla de los blancos e indios, consagrando <strong>el</strong> mestizaje.<br />
Aunque aparezca <strong>el</strong> mestizaje como amparado legalm<strong>en</strong>te, la unión de blancos e indios<br />
durante <strong>el</strong> coloniaje no fue un hecho reconocido socialm<strong>en</strong>te, sino que fué una expresión de la<br />
vida, <strong>en</strong> una época vitanda y cl<strong>andes</strong>tina, aj<strong>en</strong>a a las leyes d<strong>el</strong> honor, a las normas de la familia y<br />
al marg<strong>en</strong> de la aprobación ética y divina. Este aspecto se pone de r<strong>el</strong>ieve <strong>en</strong> lo que llamamos la<br />
tercera etapa de la morfología d<strong>el</strong> mestizaje. Establecidas las ciudades y constituídos los núcleos<br />
campesinos <strong>en</strong> torno de las capillas o de las casas de haci<strong>en</strong>da, se produce una nueva corri<strong>en</strong>te<br />
de mestización. En las ciudades que no son más que aldeas y <strong>en</strong> <strong>el</strong> agro, <strong>el</strong> mestizaje se produce,<br />
sigui<strong>en</strong>do las costumbres de España, que los señores tomaban sus concubinas <strong>en</strong>tre la g<strong>en</strong>te de la<br />
plebe y que <strong>en</strong> <strong>el</strong> Alto Perú no era otra que las masas formadas por los indíg<strong>en</strong>as y por los nuevos<br />
mestizos. Aquí se produce un doble f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o. Los hijos de los españoles toman por concubinas<br />
perman<strong>en</strong>tes o accid<strong>en</strong>tales a las indíg<strong>en</strong>as sirvi<strong>en</strong>tes, lanzando, por decirlo así, una nueva<br />
emisión de mestizos siempre cl<strong>andes</strong>tinos, y ocultos <strong>en</strong> la ciudad, formando parte de la cli<strong>en</strong>t<strong>el</strong>a de<br />
la casa grande o integrando la misma servidumbre. Así prolifera <strong>el</strong> cholo <strong>en</strong> las ciudades d<strong>el</strong> Alto<br />
Perú y precisam<strong>en</strong>te se le llama "cholo", como hace notar Garcilaso de la Vega, <strong>en</strong> forma de un<br />
despectivo prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> término "cholo" con que <strong>en</strong> Guatemala <strong>en</strong> los primeros días de la<br />
conquista se designaba a los perros lanudos, feos y sucios. Luego se usó <strong>en</strong> la misma forma<br />
infamante que <strong>el</strong> chulo de los bajos fondos madrileños. Finalm<strong>en</strong>te se produce otro remestizaje<br />
también cl<strong>andes</strong>tino <strong>en</strong>tre los cholos y los criollos o españoles, dando lugar al nacimi<strong>en</strong>to de un<br />
nuevo tipo racial que ti<strong>en</strong>e terciadas las sangres indíg<strong>en</strong>as e hispanas (*). Este blanqueo es una<br />
nueva línea de los criollos.<br />
Al lado de estas remestizaciones con t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia al blanqueo se produce la mezcla dirigida<br />
hacia <strong>el</strong> mor<strong>en</strong>o indio, a través de las nuevas aleaciones d<strong>el</strong> mestizo al 50 % con <strong>el</strong> indio, hasta<br />
producir por <strong>el</strong>iminación d<strong>el</strong> blanco la reversión hacia <strong>el</strong> aborig<strong>en</strong>, como saldo de diversas<br />
g<strong>en</strong>eraciones combinadas <strong>en</strong>tre mestizos e indios.<br />
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(*) Utiliza estas expresiones como metáfora, no como término cabal g<strong>en</strong>ético.<br />
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