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La Vida Social en el Coloniaje - andes

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CAPITULO XIII<br />

LAS COSTUMBRES<br />

<strong>La</strong> planificación de las costumbres.- Costumbres impuestas y aceptadas.- Costumbres<br />

administrativas, r<strong>el</strong>igiosas y ceremonias.- <strong>La</strong>s etiquetas.- El estilo de conducta.- Costumbres<br />

tradicionales, de inclinación y económicas.- Antología de las costumbres coloniales más<br />

características.<br />

El ritmo íntimo de la historia, esa s<strong>en</strong>sación de existir, esa s<strong>en</strong>estesia vital, sólo pued<strong>en</strong><br />

percibirse <strong>en</strong> <strong>el</strong> pasado al que se ha sometido a un análisis r<strong>el</strong>ativo a su realización de la vida<br />

cotidiana, y al empleo d<strong>el</strong> tiempo <strong>en</strong> <strong>el</strong> transcurso de los años y de los días. Hay un común<br />

d<strong>en</strong>ominador <strong>en</strong> la exist<strong>en</strong>cia humana que está por <strong>en</strong>cima de la unidad d<strong>el</strong> p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>igioso,<br />

d<strong>el</strong> s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to estético, de la vida industrial y comercial, que es la posición d<strong>el</strong> hombre <strong>en</strong> función<br />

de las veinticuatro horas d<strong>el</strong> día. Sería muy fácil resolver esta dificultad metódica, asimilando al<br />

hombre de la colonia al hombre r<strong>el</strong>igioso y pintarlo <strong>en</strong> esta única zona de la vida social, pero <strong>el</strong><br />

asunto que se somete a la observación ti<strong>en</strong>e aspectos complejos, toda vez que las viv<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong><br />

existir humano <strong>en</strong> común ofrec<strong>en</strong> tipificaciones específicas propias. Los hombres de las ciudades<br />

d<strong>el</strong> Alto Perú han estado unidos, para vivir <strong>en</strong> común, por una "conci<strong>en</strong>cia de vinculación", para<br />

invertir su poco de libertad cotidiana, aunque metidos <strong>en</strong> una cuadrícula que les obligaba a no<br />

escaparse d<strong>el</strong> ambi<strong>en</strong>te. Es decir, que están solicitados los hombres que actúan <strong>en</strong> la sociedad<br />

colonial por las fuerzas de la id<strong>en</strong>tidad y de la difer<strong>en</strong>ciación. Hay la fuerza comunizante <strong>en</strong> que<br />

todos los hombres se parec<strong>en</strong> por la realización de su vida y otra individualista, por la que los<br />

hombres se difer<strong>en</strong>cian <strong>en</strong> casos personales.<br />

El espíritu de la época colonial se apodera d<strong>el</strong> niño desde que choca su psicología con <strong>el</strong><br />

medio externo, va empapándolo poco a poco a medida que avanzan los años de su adolesc<strong>en</strong>cia,<br />

de su juv<strong>en</strong>tud, de su madurez, de su vejez y de su ancianidad. El alma de la época fue saturando<br />

los poros de la m<strong>en</strong>te y d<strong>el</strong> cuerpo altoperuano. <strong>La</strong> acción id<strong>en</strong>tificadora de la r<strong>el</strong>igión, d<strong>el</strong> sistema<br />

de gobierno, de la coacción autoritaria, de las costumbres y de los gustos, planificaban al hombre,<br />

que resultaba devorado por la época como un Moloch, de tal modo que se convertían <strong>en</strong><br />

muchedumbres informes. De otro lado había la acción difer<strong>en</strong>ciadora d<strong>el</strong> sujeto psicológico, que<br />

trazaba la biografía episódica de cada hombre, su vida íntima, a la cual es difícil p<strong>en</strong>etrar. Pero, <strong>el</strong><br />

conjunto de los matices diversos de estas vidas íntimas e insobornables, al adquirir una dinámica,<br />

movidas como <strong>en</strong> un disco policromado, nos dan la s<strong>en</strong>sación d<strong>el</strong> matiz dominante o d<strong>el</strong> blanco o<br />

d<strong>el</strong> negro. Así se produce la difer<strong>en</strong>ciación social d<strong>en</strong>tro de la id<strong>en</strong>tidad. El observador d<strong>el</strong> pasado<br />

social no puede al tratar de describir la vida cotidiana, hacer funcionar <strong>el</strong> disco social, sino necesita<br />

analizar los diversos medios circundantes.<br />

Si nos trasladamos al Potosí d<strong>el</strong> siglo XVII, para cristalizar <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to de mayor apogeo<br />

de la vida de esta ciudad, nos <strong>en</strong>contramos con <strong>el</strong> medio social de la época <strong>en</strong> todas sus fases,<br />

pero también podemos hallar una multitud de medios circundantes <strong>en</strong> los que viv<strong>en</strong> los hombres<br />

como <strong>en</strong> sus propios nidos, <strong>el</strong>aborados con los ingredi<strong>en</strong>tes de su psicología. Así <strong>el</strong> clérigo hace<br />

distinta vida que <strong>el</strong> minero, y <strong>en</strong>tre este gremio no es igual la que realizan los más ricos y los más<br />

pobres. Tampoco es igual medio <strong>el</strong> de las autoridades, de los artistas, de los comerciantes y de los<br />

trabajadores de las minas, y <strong>en</strong>tre estos d<strong>el</strong> azoguero, de los poteadores o de los "ccacchas". El<br />

aspecto varía <strong>en</strong> distintos medios circundantes de Chuquisaca, <strong>en</strong>tre los hijodalgos ricos, los<br />

clérigos pot<strong>en</strong>tados y los estudiantes. En <strong>La</strong> Paz, afiebrada de recuas, de comerciantes, de<br />

hac<strong>en</strong>dados y de arbitristas. De otra parte las edades también aíslan y difer<strong>en</strong>cian a los hombres<br />

creándoles medios circundantes propios.<br />

Con este anteced<strong>en</strong>te nuestra labor se circunscribirá a buscar <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te humano d<strong>el</strong><br />

"tiempo" colonial. Con la r<strong>el</strong>ación pintoresca de las costumbres d<strong>el</strong> Alto Perú podríamos ll<strong>en</strong>ar un<br />

d<strong>en</strong>so volum<strong>en</strong>, pero, de este modo no llegaríamos a p<strong>en</strong>etrar <strong>en</strong> la morfología y sobre todo, <strong>en</strong> la<br />

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