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CAPITULO XI<br />
LAS ARMAS<br />
El intercambio de asombros de españoles e indios.- El caballo y los perros.- Armas de fuego y armas<br />
blancas.- <strong>La</strong>s armas indíg<strong>en</strong>as.- <strong>La</strong> honda (koragua), la makana, las "galgas" y las trampas.- Uso de<br />
la flecha <strong>en</strong>tre los indios s<strong>el</strong>vícolas.- Instrum<strong>en</strong>tos de tortura.<br />
Vamos a trazar un cuadro sumario, r<strong>el</strong>ativo a las armas que utilizaron tanto los indíg<strong>en</strong>as<br />
d<strong>el</strong> Alto Perú, como los españoles durante los diversos ciclos d<strong>el</strong> <strong>Coloniaje</strong>.<br />
Al <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tarse los españoles e indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> los campos de batalla, <strong>en</strong> las <strong>en</strong>crucijadas y<br />
<strong>en</strong> los desfiladeros de los Andes, hubo <strong>en</strong>tre ambos grupos <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o d<strong>el</strong> intercambio de<br />
asombros. Si los indíg<strong>en</strong>as quedaban absortos y maravillados ante las armas de los<br />
conquistadores, los españoles también recibieron una emoción de sorpresa fr<strong>en</strong>te a las armas que<br />
utilizaron los indíg<strong>en</strong>as, cuyas primitivas formas no estaban ex<strong>en</strong>tas de p<strong>el</strong>igro como instrum<strong>en</strong>tos<br />
de ataque y def<strong>en</strong>sa.<br />
Dos corri<strong>en</strong>tes opuestas de estimativa humana se observan <strong>en</strong>tre los escritores coloniales<br />
sobre <strong>el</strong> uso de las armas y la conducta bélico-heroica de los indíg<strong>en</strong>as y españoles. El grupo más<br />
numeroso, asume actitudes pindáricas, para exornar de <strong>el</strong>ogios <strong>el</strong> valor de los p<strong>en</strong>insulares -que<br />
nosotros reconocemos-, mi<strong>en</strong>tras <strong>el</strong> otro grupo, para dar importante r<strong>el</strong>ieve a los hispanos, exalta <strong>el</strong><br />
sacrificio heroico de los indíg<strong>en</strong>as, a los que asignan gran espíritu varonil y ardida hombría. Así los<br />
v<strong>en</strong>cedores aparec<strong>en</strong> siempre más gr<strong>andes</strong> que los v<strong>en</strong>cidos. Como consecu<strong>en</strong>cia de estas<br />
apreciaciones, resultaría curioso <strong>el</strong> responder con un criterio ucrónico, es decir, de la historia que<br />
no fue a la sigui<strong>en</strong>te pregunta: ¿cuál habría sido <strong>el</strong> resultado de las empresas bélicas de la<br />
conquista si ambos cont<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes hubies<strong>en</strong> empleado armas igualm<strong>en</strong>te primitivas? Es indudable<br />
que se habría desviado <strong>el</strong> curso de la historia, y la conquista d<strong>el</strong> Nuevo Mundo habría sido un<br />
clamoroso fracaso. Pero, la historia que fue nos dice que la superioridad d<strong>el</strong> armam<strong>en</strong>to hispano,<br />
era una síntesis cultural de años de experi<strong>en</strong>cia civilizada, de luchas, de éxitos, de derrotas y de<br />
una voluntad de poder nutrida por <strong>el</strong> triunfo bélico. Así, España por sus hombres y por sus armas,<br />
estaba <strong>en</strong> 1492 madura para hazañas guerreras que le prepararon, para la conquista de nuevas<br />
tierras.<br />
El caballo fue una de las armas fabulosas de los conquistadores, que unida a los perros y<br />
al mosquete, tuvo una fuerza destructora y una virtualidad psicológica de intimidación, para los<br />
indíg<strong>en</strong>as, tan vigorosa como los más audaces y nuevos tanques de actualidad, impulsados por<br />
motores a chorro. Un poeta americano con pulmones de Víctor Hugo, ha cantado con palabra<br />
resplandeci<strong>en</strong>te de sonora b<strong>el</strong>leza épica a los caballos de los conquistadores. Bi<strong>en</strong> se merec<strong>en</strong><br />
estos ágiles, fuertes y b<strong>el</strong>los animales, <strong>el</strong> poema de José Santos Chocano, porque fue su<br />
pres<strong>en</strong>cia mitad mitológica y mitad maravillosa, la que constituyó una fuerza determinante de los<br />
triunfos guerreros de España <strong>en</strong> Indias. Los españoles <strong>en</strong> las guerras de la conquista no se<br />
sirvieron d<strong>el</strong> arma colectiva de la caballería, pues, fueron siempre pocos los ejemplares equinos<br />
que sirvieron para <strong>el</strong> transporte de contados jefes que al avanzar <strong>en</strong> reducido número, cubiertos<br />
con sus arreos def<strong>en</strong>sivos al estilo de las justas medioevales los que dispersaban a las masas<br />
guerreras de los indíg<strong>en</strong>as, sembrando <strong>el</strong> terror y la muerte. Años más tarde los indíg<strong>en</strong>as<br />
caricaturizaron a los caballos españoles con un baile llamado de los "tinti-caballos". Los curas y<br />
misioneros esparcieron ante la fantasía vernácula, que los caballos eran de orig<strong>en</strong> sagrado, ya que<br />
Santiago <strong>el</strong> Patrón de España montaba <strong>en</strong> un potro blanco, que había ganado valiosas batallas<br />
contra los moros y judíos, con ayuda de la divina provid<strong>en</strong>cia. Santiago <strong>en</strong> <strong>el</strong> transcurso de los<br />
años fue un santo popular <strong>en</strong>tre las muchedumbres indíg<strong>en</strong>as, habiéndolo adoptado muchos<br />
pueblos y aldeas como su patrono. <strong>La</strong> familiaridad d<strong>el</strong> pueblo aboríg<strong>en</strong>a con <strong>el</strong> santo c<strong>en</strong>tauro nos<br />
hizo recoger de labios populares la sigui<strong>en</strong>te caprichosa cuarteta:<br />
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