08.11.2021 Views

1. El peregrino de Compostela

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

»De la misma forma, un discípulo nunca puede imitar los pasos de su

guía, porque cada uno tiene una manera de ver su vida, de convivir con las

dificultades y con las conquistas. Enseñar es mostrar qué es posible.

Aprender es volverse posible a sí mismo.

Y no dijo más. Entró bajo el velo de la cascada y comenzó a subir.

Apenas veía su bulto, como se ve alguien a través de un vidrio opaco, pero

me di cuenta de que estaba subiendo. Lenta e inexorablemente, avanzaba

con dirección a lo alto. Mientras más se acercaba al final, más miedo tenía

porque me llegaría el momento de hacer lo mismo. Finalmente, el instante

más terrible llegó: emerger a través del agua que caía, sin saltar a la orilla.

La fuerza del agua podría arrojarlo de regreso al suelo, pero la cabeza de

Petrus asomó allá arriba y el agua que caía se convirtió en un manto

plateado. La visión duró muy poco, porque en un movimiento rápido

impulsó todo su cuerpo hacia arriba, agarrándose de alguna manera al

borde, pero aún dentro del curso del agua. Por unos instantes lo perdí de

vista: finalmente Petrus apareció en una de las orillas, su cuerpo estaba

mojado, lleno de luz y sonriente.

—¡Vamos! —gritó haciendo señas con las manos—. Ahora te toca.

Ahora me tocaba o tendría que renunciar para siempre a mi espada.

Me quité toda la ropa y le recé de nuevo a la virgen del Camino.

Después, sumergí la cabeza en el agua. Estaba helada y mi cuerpo quedó

rígido por la impresión, pero luego experimenté una sensación agradable: la

de estar vivo. Sin pensar mucho, caminé hacia la cascada.

La sensación del agua sobre mi cabeza me devolvió el absurdo «sentido

de la realidad» que mengua al hombre en el momento en que más necesita

su fe y su fuerza. Me di cuenta de que la cascada era mucho más fuerte de

lo que había pensado y que si el agua cayera directo sobre mi pecho podría

derribarme, aun con ambos pies apoyados en la seguridad del fondo del

lago. Atravesé la cortina y quedé entre la piedra y el agua, en un pequeño

espacio en que cabía sólo mi cuerpo pegado a la roca. Y allí vi que la tarea

era más fácil de lo que pensaba:

El agua no golpeaba ese lugar y, lo que por fuera me parecía una

enorme pared pulida, en realidad era una piedra llena de huecos. Sentí un

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!