Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—IAHWEH, TETRAGRAMMATON… —y yo no quería salir del
trance, pero la voz insistía:
—IAHWEH, TETRAGRAMMATON… —y reconocí la voz del Sumo
Sacerdote, haciendo que todo mundo volviera del trance. Eso me molestó,
la Tradición aún era mi raíz y yo no quería volver, pero el Maestre insistía:
—IAHWEH, TETRAGRAMMATON…
No me fue posible continuar en trance. Contrariado, volví a la Tierra.
Estaba de nuevo en el círculo mágico, en el ambiente ancestral del castillo
templario.
Los peregrinos comenzamos a miramos unos a otros. La súbita
interrupción pareció haber disgustado a todos. Sentí unas ganas inmensas de
comentar con el australiano que lo había visto. Cuando lo miré, percibí que
no era necesario decirlo: él también me había visto.
Los caballeros se colocaron en torno nuestro. Sus manos comenzaron a
golpear los escudos con las espadas, generando un ruido ensordecedor,
hasta que el Sumo Sacerdote dijo:
—Espíritu N., porque diligentemente atendiste mis demandas, con
solemnidad permito que partas, sin injuria a hombre o bestia. Ve, te digo, y
apréstate a volver ansioso, siempre que seas debidamente exorcizado y
conjurado por los Sagrados Ritos de la Tradición. Yo te conjuro a retirarte
pacífica y tranquilamente, a fin de que la paz de Dios continúe por siempre
entre tú y yo. Amén.
El círculo fue deshecho y nos arrodillamos con la cabeza inclinada hacia
abajo. Un caballero rezó con nosotros siete padrenuestros y siete avemarías.
El Sumo Sacerdote añadió siete credos, afirmando que Nuestra Señora de
Medjugorje —que se aparecía en Yugoslavia desde 1982— así lo había
determinado. Iniciábamos ahora un ritual cristiano.
—Andrew, levántate y ven acá —dijo el Sumo Sacerdote—. El
australiano caminó hasta quedar frente al altar, donde estaban reunidos los
siete caballeros.
Otro caballero —que debía ser su guía— dijo: