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pequeño favor de los dioses, como si fuese un episodio para recordar el
resto de la vida.
»Al mismo tiempo, como para nosotros todas las cosas son una
novedad, uno vislumbra sólo su belleza y se siente más feliz de estar vivo.
Por eso la peregrinación religiosa siempre fue una de las maneras más
directas de poder llegar a la iluminación. La palabra pecado viene de pecus,
que significa pie defectuoso, pie incapaz de recorrer un camino. La forma
de corregir el pecado es andando siempre hacia delante, adaptándose a las
situaciones nuevas y recibiendo a cambio los miles de bendiciones que la
vida generosamente da a quienes las solicitan.
—¿Crees que podría estar preocupado por media docena de proyectos
que dejé de realizar para estar aquí, contigo?
Petrus miró alrededor y mis ojos acompañaron su mirada. En lo alto de
una montaña pastaban algunas cabras. Una de ellas, la más audaz, estaba
sobre una pequeña saliente de una roca altísima y yo no entendía cómo
había llegado hasta allá y cómo podría regresar; pero, mientras pensaba
esto, la cabra saltó y, pisando en puntos para mí invisibles, volvió junto a
sus compañeras. Todo en derredor reflejaba una paz nerviosa, la paz de un
mundo al que aún le faltaba mucho por crecer y crear, y que sabía que para
ello era preciso seguir caminando, siempre caminando. Aun cuando a veces
un gran terremoto o una tempestad asesina me provocaran la sensación de
que la naturaleza era cruel, me di cuenta de que éstas eran las vicisitudes del
camino. También la naturaleza viajaba en busca de la iluminación.
—Estoy muy contento de estar aquí —dijo Petrus—, porque el trabajo
que dejé de hacer ya no importa, y los trabajos que realizaré después de esto
serán mucho mejores.
Cuando leí la obra de Carlos Castaneda, deseé mucho encontrar al
anciano brujo indio, Don Juan. Al ver a Petrus mirando las montañas, me
pareció estar con alguien muy parecido.
La tarde del séptimo día llegamos a lo alto de un monte, luego de
atravesar un bosque de pinos. Allí Carlomagno oró por primera vez en suelo