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1. El peregrino de Compostela

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—Tienes razón. Tanto tú como yo, así como la mayoría de los

peregrinos que cruzaron el Camino de Santiago mediante las Palabras de

RAM, experimentamos Ágape en su otra forma: el Entusiasmo.

»Entre los antiguos, Entusiasmo significa trance, arrobamiento, vínculo

con Dios. El Entusiasmo es Ágape dirigido por alguna idea, alguna cosa.

Todos hemos pasado por esto. Cuando amamos y creemos desde lo más

profundo de nuestra alma en algo, nos sentimos más fuertes que el resto del

mundo y nos invade una serenidad proveniente de la certeza de que nada

podrá vencer nuestra fe. Esta fuerza extraña hace que siempre tomemos las

decisiones correctas en el momento exacto, y cuando alcanzamos nuestro

objetivo nos sorprendemos de nuestra propia capacidad, porque durante el

Buen Combate nada más tiene importancia: estamos siendo llevados, a

través del Entusiasmo, hacia nuestra meta.

»Normalmente, el Entusiasmo se manifiesta con todo su poderío en los

primeros años de nuestra vida. Aún tenemos un fuerte lazo con la divinidad

y nos volcamos con tal voluntad sobre nuestros juguetes, que las muñecas

cobran vida y los soldaditos de plomo pueden marchar. Cuando Jesús dijo

que el reino de los cielos era de los niños, se refería a Ágape en forma de

Entusiasmo. Los niños llegaron a él sin pensar en sus milagros, su

sabiduría, ni en los fariseos o los apóstoles. Venían alegres, movidos por el

Entusiasmo.

Le conté a Petrus que —justo esa tarde— me di cuenta de que estaba

completamente comprometido con el Camino de Santiago. Aquellos días y

noches por las tierras de España casi me hicieron olvidar mi espada, y se

habían convertido en una experiencia única. Todo lo demás había perdido

importancia.

—Esta tarde intentamos pescar y los peces no mordieron el anzuelo —

dijo Petrus—. Por lo regular dejamos que el Entusiasmo se escape de

nuestras manos por estas pequeñas cosas, que no tienen la menor

importancia ante la grandeza de cada existencia. Perdemos el entusiasmo

debido a nuestras pequeñas y necesarias derrotas durante el Buen Combate,

y como no sabemos que el entusiasmo es una fuerza mayor, encaminada

hacia la victoria final, dejamos que se escape entre nuestros dedos, sin

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