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1. El peregrino de Compostela

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charco. No era cualquier imagen o forma y no estaba buscando eso. Mis

dedos comenzaron a mover el agua fría y empecé a sentir el mismo tipo de

hipnosis que la gente siente cuando se queda mirando el fuego. No pensaba

en nada, sólo jugaba. Jugando con un charco de agua. Hice algunos trazos

en las orillas y el agua pareció tomar la forma de un sol mojado, pero los

trazos enseguida se mezclaban y desaparecían. Con la palma de la mano,

golpeé el centro del charco; el agua se desparramó y llenó de gotas el

cemento, estrellas negras en un fondo gris ceniza. Estaba completamente

entregado a aquel ejercicio absurdo sin más finalidad que el placer de

realizarlo. Sentí que mi mente se había detenido casi por completo, lo cual

sólo conseguía tras largos periodos de meditación y relajación. Al mismo

tiempo, algo me decía que, en lo más profundo de mí, en las reconditeces de

mi mente, una fuerza tomaba cuerpo y se preparaba para manifestarse.

Pasé mucho tiempo jugando con el charco y fue difícil dejar de hacer el

ejercicio. Si Petrus me hubiera enseñado el ejercicio del agua al principio

del viaje, con toda seguridad me habría parecido una pérdida de tiempo;

pero ahora, después de haber hablado en otras lenguas y expulsado

demonios, aquella poca de agua establecía un contacto —aunque frágil—

con la Vía Láctea sobre mi cabeza. Reflejaba sus estrellas, creaba formas

que no podía entender, y me daba la sensación no de estar perdiendo el

tiempo, sino de estar creando un nuevo código de comunicación con el

mundo. El código secreto del alma, la lengua que conocemos y que tan

poco escuchamos.

Cuando caí en cuenta, ya era bastante tarde. Las luces de la recepción

estaban apagadas y entré sin hacer ruido. En mi cuarto, hice una vez más la

invocación de Astrain y apareció más nítido. Le hablé un rato sobre mi

espada y mis objetivos en la vida. Sin embargo, no respondía nada, pero

Petrus me había dicho que, conforme se sucedieran las invocaciones,

Astrain se tornaría una presencia viva y poderosa a mi lado.

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