08.11.2021 Views

1. El peregrino de Compostela

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Fue como si una piedra hubiese golpeado mi pecho. Me arrojó al suelo

y comenzó a atacarme. Acudió un vago recuerdo de que conocía mi Muerte

y de que no iba a ser de esta manera, pero el miedo aumentaba dentro de mí

y no logré controlarlo. Comencé a luchar para proteger tan sólo mi rostro y

mi garganta. Un fuerte dolor en la pierna me hizo encoger por completo y

advertí que mi carne había sido rasgada en algún sitio. Quité mis manos de

la cabeza y del cuello y las llevé hacia la herida. El perro aprovechó y se

preparó para atacar mi rostro. En ese momento, una de las manos tocó una

piedra junto a mí, la cogí y comencé a golpear con toda desesperación al

perro.

Se alejó un poco, más sorprendido que herido, y logré levantarme. El

perro continuó retrocediendo, pero la piedra sucia de sangre me dio ánimos.

Estaba sobrevalorando la fuerza de mi enemigo y eso era una trampa. No

podía tener más fuerza que yo. Podía ser más ágil, pero no más fuerte,

porque yo era más pesado y más alto que él. El miedo ya no era tan grande,

pero yo había perdido el control y, con la piedra en la mano, comencé a

gritar. El animal retrocedió un poco más y de repente se detuvo.

Parecía estar leyendo mis pensamientos. En mi desesperación, me

estaba sintiendo fuerte y ridículo por estar luchando con un perro.

De pronto me invadió una sensación de poder y un viento caliente

empezó a soplar en aquella ciudad desierta. Comencé a sentir un fastidio

enorme de continuar aquella lucha —al final de cuentas, bastaba acertar con

la piedra en medio de su cabeza y habría vencido—. Quise acabar con esa

historia de inmediato, revisar la herida en mi pierna y terminar de una vez

con esa absurda experiencia de espadas y extraños caminos de Santiago.

Era una trampa más. El perro saltó de nuevo y me tiró al suelo. Esta vez

consiguió esquivar la piedra con habilidad, mordiendo mi mano y haciendo

que la soltara. Comencé a darle puñetazos a mano limpia, pero no le

causaba ningún daño considerable. Todo lo que conseguí fue evitar que me

siguiera mordiendo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!