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El Ritual del Mensajero
1. Siéntese y relájese por completo. Deje vagar su mente por
dondequiera, que el pensamiento fluya sin control. Luego de algún
tiempo, comience a repetirse: «Ahora estoy relajado y mis ojos
duermen el sueño del mundo».
2. Cuando sienta que su mente ya no se preocupa por nada,
imagine una columna de fuego a su derecha. Avive las llamas, que
brillen. Entonces repita en voz baja: «Ordeno que mi subconsciente se
manifieste. Que se abra para mí y revele sus secretos mágicos».
Espere un poco, concentrándose sólo en la columna de fuego. Si
surgiese alguna imagen, será una manifestación de su subconsciente.
Procure recordarla.
3. Mantenga siempre la columna de fuego a su derecha, ahora
comience a imaginar otra columna de fuego a su izquierda. Cuando
las llamas se hubieren avivado bastante, diga en voz baja las
siguientes palabras: «Que la fuerza del Cordero, que se manifiesta en
todo y en todos, se manifieste también en mí al invocar a mi
Mensajero: (diga el nombre del Mensajero) aparecerá ante mí ahora».
4. Platique con su Mensajero, que deberá manifestarse entre
ambas columnas. Plantee su problema específico, pida consejos y dele
las órdenes necesarias.
5. Al acabar su conversación, despida al Mensajero con las
siguientes palabras: «Agradezco al Cordero el milagro que realicé.
Que (nombre del Mensajero) vuelva siempre que fuere invocado, y
mientras esté distante, me ayude a realizar mi obra».
Nota: En la primera invocación —o en las primeras invocaciones,
dependiendo de la capacidad de concentración de quien esté
realizando el Ritual—, no se nombra al Mensajero. Sólo se dice «Él».
Si el Ritual fuese bien ejecutado, el Mensajero debe revelar de