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»Durante milenios de historia de la civilización, muchas personas
fueron invadidas por este Amor que Devora. Tenían tanto que dar —y el
mundo exigía tan poco— que fueron obligadas a buscar los desiertos y
lugares aislados, porque el amor era tan grande que las transfiguraba; se
convirtieron en los santos ermitaños que hoy conocemos.
»Para ti y para mí, que experimentamos otra forma de Ágape, esta vida
puede parecernos dura, terrible. No obstante, el Amor que Devora hace que
todo —absolutamente todo— pierda importancia. Estos hombres viven sólo
para ser consumidos por su amor.
Petrus me contó que allí vivía un hombre llamado Alfonso, que lo
conoció en su primera peregrinación a Compostela, mientras recolectaba
frutas para comer. Su guía, un hombre mucho más iluminado que él, era
amigo de Alfonso y los tres habían hecho juntos el Ritual de Ágape, el
Ejercicio del Globo Azul. Petrus dijo que fue una de las experiencias más
importantes de su vida y que —hasta hoy— cuando hacía ese ejercicio, se
acordaba de la ermita y de Alfonso. Había un tono de emoción en su voz y
era la primera vez que percibía esto.
—Ágape es el Amor que Devora repitió una vez más, como si ésa fuera
la frase que mejor definiera aquella extraña especie de amor—. Cierta vez,
Luther King dijo: cuando Cristo habló de amar a los enemigos, se refería a
Ágape, porque, según él, «era imposible que nos agraden nuestros
enemigos, quienes nos hacen daño, quienes intentan volver aún más
mezquina nuestra sufrida cotidianidad». Pero Ágape es mucho más que
agradar, es un sentimiento que invade todo, que inunda todo resquicio, y
hace que cualquier intento de agresión se convierta en polvo.
»Aprendiste a renacer, a no ser cruel contigo, a conversar con tu
Mensajero, pero todo lo que hagas de ahora en adelante, todo el provecho
que obtengas del Camino de Santiago, tendrá sentido sólo si fuere tocado
por el Amor que Devora.
Le recordé a Petrus que, según dijo, existen dos formas de Ágape, y que
probablemente él no había experimentado esta primera forma, pues no se
transformó en ermitaño.