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peregrinaciones por el camino fue el más poderoso monasterio de la región,
tenía injerencia directa en territorios que llegaban hasta la frontera con
Navarra, y aún conservaba estas características: sus pocos edificios
integraban un colegiado de religiosos. La única construcción de
características «laicas» era la taberna donde nos habíamos hospedado.
Caminamos entre la neblina y entramos en la iglesia colegial. Dentro,
vestidos con casullas blancas, varios sacerdotes daban, conjuntamente, la
primera misa de la mañana. Noté que era incapaz de entender una sola
palabra, pues estaban oficiando en vasco. Petrus se sentó en uno de los
bancos más alejados y pidió que me quedara junto a él.
La iglesia era inmensa, llena de obras de arte de valor incalculable.
Petrus me explicó en voz baja que fue construida con donaciones de reyes y
reinas de Portugal, España, Francia y Alemania, en un sitio previamente
marcado por el emperador Carlomagno. En el altar mayor, la virgen de
Roncesvalles —en plata maciza y con rostro de madera preciosa— tenía en
sus manos un ramo de flores confeccionado en pedrería. El olor del
incienso, la construcción gótica, los sacerdotes vestidos de blanco y sus
cánticos comenzaron a llevarme a un estado muy semejante a los trances
que experimentaba durante los rituales de la Tradición.
—¿Y el brujo? —pregunté, acordándome de quien me había hablado la
tarde anterior.
Petrus señaló con la cabeza a un cura de mediana edad, delgado y con
anteojos, sentado junto a otros monjes en los largos bancos que flanqueaban
el altar mayor. ¡Un brujo que era al mismo tiempo sacerdote! Deseé que
acabara pronto la misa, pero, como Petrus me había dicho el día anterior,
somos nosotros los que determinamos el ritmo del tiempo: mi ansiedad hizo
que la ceremonia religiosa demorara más de una hora.
Cuando la misa acabó, Petrus me dejó solo en el banco y se retiró por la
puerta por donde salieron los sacerdotes. Me quedé algún tiempo mirando
la iglesia, sintiendo que debía hacer algún tipo de oración, pero no logré
concentrarme en nada. Las imágenes parecían distantes, atrapadas en un