08.11.2021 Views

1. El peregrino de Compostela

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

situada en las cercanías, en busca de vendas, ya que en todo el pueblo no

había gasas ni esparadrapos con qué cubrir las heridas.

Pocas horas después, Petrus volvió con las vendas. Junto con él vino

también un joven médico militar, que a fuerzas quería saber dónde estaba el

animal que me mordió.

—Por el tipo de heridas, el animal está rabioso —sentenció con aire

grave el médico militar.

—Nada de eso. Fue un juego que se pasó de los límites. Conozco al

animal desde hace mucho tiempo.

El oficial no se convenció. Quería a fuerzas que se me aplicara la

vacuna antirrábica y me vi obligado a dejar que me inyectasen por lo menos

una dosis, bajo amenaza de ser transferido a un hospital de la base militar.

Después preguntó dónde estaba el animal.

—En Foncebadón respondí.

—Es una ciudad en ruinas. No hay perros allí —respondió con los aires

de sabio de quien sorprende a alguien en una mentira.

Comencé a dar algunos falsos gemidos de dolor y el médico fue

conducido por Petrus fuera del cuarto, pero dejó todo lo que necesitábamos:

vendas limpias, esparadrapo y una pomada cicatrizante.

Petrus y la vieja no utilizaron la pomada. Cubrieron las heridas con

gasas sobre las hierbas, lo cual me alegró mucho, pues ya no necesitaba

seguir lamiendo los sitios donde el perro había mordido. Durante la noche,

ambos se arrodillaban junto a mi cama y, con las manos extendidas sobre

mi cuerpo, rezaban en voz alta. Pregunté a Petrus qué era todo eso y se

refirió vagamente a los Carismas y al Camino de Roma. Insistí, pero no dijo

nada más.

Dos días después estaba completamente recuperado. Fui a la ventana y

vi a algunos soldados buscando entre las casas del pueblo y en los cerros de

las inmediaciones. Pregunté a uno de ellos de qué se trataba.

—Hay un perro rabioso por aquí —respondió.

Esa misma tarde el herrero, dueño de los cuartos, me pidió que me fuera

del pueblo en cuanto pudiera caminar. La historia se había divulgado entre

los habitantes de la aldea y temían que me atacara la rabia y pudiera

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!