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Un cordero perdido subió el monte y se colocó entre la cruz y yo. Me
miró un poco asustado. Durante mucho tiempo me quedé mirando el cielo
casi negro, la cruz y el cordero blanco a sus pies. Entonces sentí de una vez
por todas el cansancio de todo ese tiempo de pruebas, de luchas, de
lecciones y de caminata.
Sentí un terrible dolor en el estómago, que comenzó a subir por la
garganta hasta transformarse en sollozos secos, sin lágrimas, ante aquel
cordero y aquella cruz. Una cruz que no necesitaba poner en pie, porque allí
estaba ante mí, resistiendo al tiempo, solitaria e inmensa. Mostraba el
destino que el hombre había dado, no a Dios sino a sí mismo. Todas las
lecciones del Camino de Santiago comenzaron a volver a mi cabeza,
mientras sollozaba ante el testimonio solitario de aquel cordero.
—Señor —dije, al lograr finalmente rezar—. No estoy clavado en esta
cruz y tampoco te veo allí. Esta cruz está vacía y así debe permanecer para
siempre, porque el tiempo de la Muerte ya pasó y ahora un dios resucita en
mí. Esta cruz era el símbolo del Poder infinito que todos tenemos, clavado y
muerto por el hombre. Ahora este Poder renace a la vida, el mundo está
salvo y yo soy capaz de obrar sus Milagros. Porque recorrí el camino de las
personas comunes y en ellas encontré Tu propio secreto.
—También tú recorriste el camino de las personas comunes. Viniste a
enseñar todo lo que éramos capaces de hacer y no quisimos aceptarlo. Nos
mostraste que el Poder y la Gloria estaban al alcance de todos y esta súbita
visión de nuestra capacidad fue demasiado para nosotros.
—Te crucificamos no porque fuéramos ingratos con el hijo de Dios,
sino porque teníamos mucho miedo de aceptar nuestra propia capacidad.
—Te crucificamos con miedo de transformarnos en dioses. Con el
tiempo y con la tradición, volviste a ser apenas una divinidad distante y
retornamos a nuestro destino de hombres.
»No hay ningún pecado en ser feliz. Media docena de ejercicios y un
oído atento bastan para conseguir que un hombre realice sus sueños más
imposibles.
»Por culpa de mi orgullo de la sabiduría, me hiciste recorrer el camino
que todos podían andar y descubrir lo que todos ya saben, si han prestado