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mundo, las iglesias son iglesias y las visiones sólo pueden tenerse en los
éxtasis provocados por los Rituales de la Tradición.
Respondí que mi visión debió haber sido efecto de la presión que él
ejercía en mi nuca.
—Es verdad, pero eso no cambia nada. El hecho es que rechazaste la
visión. Felicia de Aquitania debe haber visto algo semejante y apostó toda
su vida a lo que vio; el resultado es que transformó su obra en Amor. Lo
mismo debió ocurrirle a su hermano, y lo mismo sucede con todo mundo
todos los días: vemos siempre el mejor camino por seguir, pero sólo
andamos por el camino al que estamos acostumbrados.
Petrus reemprendió la caminata y yo lo seguí. Los rayos de sol hacían
brillar el alfiler en mi mano.
—La única manera de salvar nuestros sueños es siendo generosos con
nosotros mismos. Cualquier intento de autocastigo —por más sutil que sea
—, debe ser tratado con vigor. Para saber cuándo estamos siendo crueles
con nosotros mismos, tenemos que transformar en dolor físico cualquier
tentativa de dolor espiritual, como culpa, remordimiento, indecisión,
cobardía. Transformando un dolor espiritual en dolor físico, sabremos el
mal que nos puede causar.
Y Petrus me enseñó «El Ejercicio de la Crueldad».
El Ejercicio de la Crueldad
Cada vez que pase por su cabeza un pensamiento que considere
dañino —celos, autocompasión, sufrimientos de amor, envidia, odio,
etc—, proceda de la siguiente manera:
Clave la uña del índice en el nacimiento de la uña del pulgar
hasta que el dolor sea muy intenso. Concéntrese en el dolor: está
reflejando en el campo físico el mismo sufrimiento que está
experimentando en el campo espiritual. Afloje la presión sólo cuando
el pensamiento salga de su cabeza.