Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
A fin de cuentas, pensé, ¿cuántos hombres en este mundo podían tomar
en serio a alguien que deja todo para buscar una espada? Y ¿qué significado
podría tener verdaderamente en mi vida el hecho de no lograr encontrarla?
Había aprendido las Prácticas de RAM, conocido mi Mensajero, luchado
con el perro y mirado mi propia Muerte, repetía una vez más, intentando
convencerme de cuán importante era para mí el camino de Santiago. La
espada era sólo una consecuencia. Me gustaría encontrarla, pero más me
gustaría saber qué hacer con ella, porque necesitaba utilizarla de algún
modo práctico, como había utilizado los ejercicios que Petrus me enseñara.
Me detuve de repente. El pensamiento, hasta entonces sumergido,
estalló. Todo en derredor quedó claro y una ola incontrolable de Ágape
brotó de dentro de mí. Deseé con todas mis fuerzas que Petrus estuviese
allí, para que pudiese contarle lo que quería saber de mí, lo único que en
verdad esperaba que descubriese y que coronaba todo ese enorme tiempo de
enseñanzas por el Extraño Camino de Santiago: el secreto de mi espada.
Y el secreto de mi espada, como el secreto de cualquier conquista que el
hombre busca en esta vida, era el más sencillo del mundo: qué hacer con
ella.
Jamás había pensado en esos términos. Durante el Extraño Camino de
Santiago, todo lo que quería saber era dónde estaba escondida mi espada.
No me pregunté por qué deseaba encontrarla y para qué la necesitaba.
Estaba con toda mi energía vuelta hacia la recompensa, sin entender que
cuando alguien desea algo, debe tener una finalidad muy clara para lo que
quiere.
Éste es el único motivo para buscarse una recompensa y éste era el
secreto de mi espada.
Petrus necesitaba saber que yo había descubierto eso, pero estaba seguro
de que no volvería a verlo más. Él había esperado tanto ese día y no lo
había visto.
Entonces, me arrodillé en silencio, arranqué una hoja de mi cuaderno de
anotaciones y escribí lo que pretendía hacer con mi espada. Después doblé