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Paulo Freire

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naturaleza y se socializan en el interior de su acontecer. Segundo, porque los seres<br />

humanos construyen su historia. Al trascender el mundo dado por la naturaleza y<br />

construir material y significativamente un mundo de cultura, el hombre se afirma<br />

a su vez como creador de sus propias condiciones de existencia y como sujeto de<br />

la historia. Creando y recreando, integrándose a las condiciones de su contexto,<br />

respondiendo a sus desafíos, trascendiendo, lanzándose el hombre en un dominio<br />

que le es exclusivo: el de la historia y el de la Cultura.<br />

Ser el sujeto de la historia y ser agente creador de la cultura no son adjetivos<br />

calificativos del hombre. Son su substantivo. Pero no son igualmente su esencia<br />

sino un momento de su propio proceso dialéctico de humanización. En el espacio<br />

de tensión entre la necesidad —sus limitaciones como ser de la naturaleza— y la<br />

libertad —su poder de trascender al mundo por actos conscientes de reflexión—<br />

el hombre realiza un trabajo único que, creando el mundo de cultura y haciendo<br />

la historia humana, crea la propia trayectoria de su humanización.<br />

Este trabajo colectivo existe en el tiempo. Existe a lo largo de sucesiones<br />

de tiempo concreto y es, por lo tanto, coyuntural. Existe determinado entre<br />

condiciones de la naturaleza y condiciones de la vida social, ambas partes<br />

del proceso de la historia. Así, la cultura que existe en un inicio como el<br />

anuncio de la libertad del hombre sobre el mundo, en la práctica histórica de<br />

su producción, puede existir como contingencia de la pérdida de la libertad<br />

de hombres concretos, en el interior de mundos sociales determinados, bajo<br />

el dominio de otros hombres. Por lo tanto, hay condiciones estructurales de<br />

legitimidad de la cultura.<br />

En un mundo justo, inclusivo e igualitario, las relaciones fundamentales de<br />

cultura y a través de la cultura traducen el reconocimiento de sujetos libres e<br />

igualmente productores y beneficiarios de la totalidad de la cultura que surge en<br />

la historia a través de un trabajo que, al negar la posibilidad de dominio de unas<br />

personas sobre las otras, afirma la libertad en la historia.<br />

En el proceso real de la historia humana el reconocimiento de las consciencias<br />

es negado de forma sistemática. La dialéctica de las relaciones entre el hombre y la<br />

naturaleza, a través de la creación colectiva de la cultura, establece la dominación<br />

de categorías de algunos sujetos y grupos sociales sobre otros. La cultura que<br />

proviene de la desigualdad de condiciones humanas de producción de bienes,<br />

poderes y símbolos de comprensión de la vida social, es socialmente dividida y<br />

refleja las relaciones antagónicas entre los grupos al interior de la sociedad.<br />

La oposición de culturas no proviene de procesos derivados de la propia<br />

naturaleza del hombre, ni tampoco es una condición del modo cómo el hombre<br />

se relaciona con su mundo. Es un hecho histórico que niega la posibilidad de<br />

que la historia se realice como afirmación de la igualdad y libertad entre todos<br />

los hombres.<br />

La oposición estructural entre formas sociales de participación en la cultura<br />

explica la cultura popular. En el contexto de las sociedades latinoamericanas por<br />

ejemplo, este es uno de los rostros de la relación negada de universalización de<br />

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