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Paulo Freire

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de los términos: “Mi comprensión (del hambre) no es tomada del diccionario 29 :<br />

al reconocer la significación de la palabra, debo conocer las razones de ser del<br />

fenómeno” (FREIRE, 1995, p. 31). Es lo que parece que sucede en relación al<br />

término “felicidad”.<br />

En un bello poema cuyo título es “Enseñamiento”, Adélia Prado hace<br />

referencia a su madre que, al preparar cuidadosamente la casa y la comida para<br />

el marido que trabajaba hasta tarde, decía: “¡pobre, hasta esa hora en el servicio<br />

pesado!”. Consiguió pan y café, dejó la olla en el fuego con agua caliente. No me<br />

habló de amor, esa palabra de lujo”, afirma la poeta (PRADO, 1976, p. 132).<br />

Yendo a los escritos de <strong>Freire</strong>, tenemos la impresión de que él hizo como la<br />

madre de Adélia: no usó expresamente la palabra (¿de lujo?) “felicidad”, sino que<br />

se refirió al fenómeno. Lo trajo guardado en su propuesta educacional, revelado<br />

en muchos conceptos clave y apuntado en cada rincón de sus propuestas.<br />

A pesar de que sea difícil encontrar una definición precisa de felicidad, se<br />

puede concordar cuando se afirma que ella es algo constantemente buscado por<br />

los seres humanos. “Sobre la felicidad, la única cosa que conocemos con seguridad<br />

es la vastedad de su demanda”, constata Sabater (1995, p. 15).<br />

Silva (2007, p. 8) afirma que “(…) la felicidad no se muestra apenas como<br />

algo relativo al tiempo y al espacio, sino incluso a partir de la idea que cada<br />

individuo hace acerca de lo que sería la felicidad. A pesar de esa diversidad y de esa<br />

relatividad, lo que constatamos es siempre la necesidad, sentida por todos, a pesar<br />

de las más diversas maneras existentes de alcanzar y gozar la felicidad”.<br />

Aristóteles afirmaba que todo hombre tiene por naturaleza, tanto el deseo de<br />

saber como el deseo de ser feliz. Para el filósofo, lo que proporciona la felicidad<br />

es el saber racional, que identifica a los seres humanos. Y, en la medida que el ser<br />

humano, además de racional es un animal político, es en la polis que él encontrará<br />

la posibilidad de ser feliz - en la convivencia social.<br />

Silva (2007) busca verificar cómo se presenta históricamente el concepto<br />

de felicidad y lo encuentra siempre asociado a cuestiones relacionadas a la<br />

moralidad. Después de traer algunos ejemplos de reconstrucción de la ética en la<br />

actualidad, dice “no sería posible afirmar que el desenlace de la trama histórica de<br />

la humanidad será la felicidad”, pero entiende que aquellos ejemplos indican que<br />

“la búsqueda y la expectativa constituyen una herencia que probablemente nunca<br />

será abandonada” (SILVA, 2007, p. 93).<br />

Desde el punto de vista ético, la felicidad es sinónimo de “bien común”,<br />

que se presenta como el horizonte de la vida en sociedad, de las relaciones entre<br />

individuos y grupos (RIOS, 2001). La vida buena, vivida con dignidad, en el<br />

ejercicio pleno de los derechos, de acuerdo con los principios del respeto, de la<br />

justicia, de la solidaridad, que llevan al diálogo, es lo que buscan los hombres en<br />

su “vocación ontológica de ser más”, a la que se refiere <strong>Freire</strong>. Libertad, alegría,<br />

29 N. de la T. en el texto usa el término dicionária.<br />

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