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Paulo Freire

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neutra oculta el apoyo a las políticas neoliberales o entonces hace evidente la<br />

postura cómoda de los que, no siendo alcanzados por ellas, no se incomodan<br />

en denunciarlas. Para <strong>Freire</strong>, tomar conciencia de la situación de explotación<br />

en que viven los oprimidos, por sí sola no los libera, a pesar de constituir un<br />

paso importante para superarla, “desde el momento que se comprometan en la<br />

lucha política por la transformación de las condiciones concretas en que se da la<br />

opresión” (FREIRE, 1992, p. 32).<br />

Otra cuestión en la cual <strong>Freire</strong> sitúa la lucha en la misma obra, se refiere<br />

a la organización de las fuerzas progresistas que luchan por democracia en<br />

confrontación con la violencia del poder ejercido por lo que identifica como<br />

“derecha”. Apunta la importancia de buscar una unidad capaz de contener la<br />

diversidad, superando la intolerancia que niega las diferencias, porque la virtud<br />

revolucionaria “consiste en la convivencia con los diferentes para que se pueda<br />

luchar mejor contra los antagónicos” (p. 39).<br />

<strong>Freire</strong> refuerza los cuestionamientos que hace a los discursos neoliberales<br />

que, a pesar de toda su retórica, no tienen fuerza para anular la existencia<br />

de las clases sociales y sus intereses; no consiguen a su vez “acabar con los<br />

conflictos y la lucha entre ellas”. Para el autor, “lucha es una categoría histórica<br />

y social”, o sea, está contemplada en una totalidad histórica manifestándose<br />

bajo diferentes expresiones en el espacio y en el tiempo. Por eso la lucha no<br />

impide que se establezcan acuerdos entre las fuerzas antagónicas; “los aciertos y<br />

los acuerdos forman parte de la lucha, como categoría histórica y no metafísica”<br />

(FREIRE, 1992, p. 43). Esos momentos de acuerdo o de equilibrio de fuerzas,<br />

en determinadas circunstancias no significa que hayan sido eliminadas las<br />

clases sociales y sus intereses en conflicto que, más adelante, podrán movilizar<br />

nuevas luchas.<br />

La palabra “lucha” aparece también en el mismo libro cuando <strong>Freire</strong><br />

(1992) responde a los críticos asumidos como de “izquierda”, que lo acusan de<br />

no mencionar la expresión, referida al materialismo histórico, de que “la lucha<br />

de clases es el motor de la historia” (p. 89), y de substituir la categoría “clases<br />

sociales” por la de “oprimido”. Del mismo modo <strong>Freire</strong> acusa a la “derecha” de<br />

pedir que él retire de sus obras las referencias hechas a la existencia de las clases<br />

sociales y a sus intereses en conflicto. Los portadores del discurso neoliberal y<br />

críticos de <strong>Freire</strong> afirman que no existen más las clases sociales después de la<br />

caída del muro de Berlín.<br />

<strong>Paulo</strong> <strong>Freire</strong> manifiesta una visión más amplia de transformación social, por<br />

lo que afirma que no se preocupó por registrar que la lucha de clases sea o haya<br />

sido el motor de la historia en el mundo moderno. Para él, “La lucha de clases<br />

no es el motor de la historia” (p. 91). Sin embargo, después de la caída del muro<br />

de Berlín, <strong>Freire</strong> no cree que desaparecieron las clases sociales y los conflictos<br />

existentes entre ellas, los cuales mueven las luchas sociales. Como lo hace en<br />

otras páginas de la misma obra, él reafirma que la doctrina neoliberal no reúne<br />

fuerzas para anular la presencia de las clases sociales y los intereses antagónicos<br />

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