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Paulo Freire

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original). Y la lucha de los oprimidos, una tarea humanista e histórica, solo tiene<br />

sentido cuando los que buscan rescatar su humanidad anulada no toman el lugar<br />

de opresores ni se asumen como tales. La generosidad de los oprimidos, que se<br />

alimenta del sufrimiento, muerte y miseria causados por un “orden social” que es<br />

injusto, está en luchar para arrancar las raíces del falso amor, de la falsa caridad,<br />

que mantienen el miedo, la inseguridad y la dependencia (pp. 30-31) sin que con<br />

ello ocupen el papel de los que oprimen.<br />

Así, la lucha se nutre de la enorme generosidad de las personas y pueblos<br />

para que a su vez, estas y otras personas no extiendan más sus manos o dirijan<br />

sus miradas con gestos y posturas de mendicantes de limosnas, a aquellos que<br />

los condenan a permanecer en esta posición. Y, en esta lucha, manos humanas<br />

agrietadas de generosidad, trabajan y transforman el mundo. <strong>Freire</strong> toma<br />

prestada de Frantz Fanon, en Os condenados da terra (2005), la expresión<br />

“condenados de la tierra”, refiriéndose a los oprimidos o a los “harapientos<br />

del mundo”, para afirmar que es de ellos que parte la iniciativa de lucha,<br />

a pesar de que pueden contar con el apoyo de aquellos que les ofrezcan su<br />

solidaridad. “Luchando por la restauración de su humanidad, estarán, sean<br />

hombres o pueblos, intentando restaurar la generosidad verdadera” (FREIRE,<br />

1981, p. 32).<br />

La palabra “lucha” también aparece relacionada con el problema que se<br />

plantea la pedagogía de la liberación. En el abordaje dialéctico realizado por<br />

<strong>Freire</strong>, el oprimido, atravesado por la contradicción, hospeda dentro de sí al<br />

opresor. Por eso es importante este descubrimiento, que asume la dimensión de<br />

un parto de la pedagogía liberadora cuando rompe con la doble cara del ser y<br />

del parecer. En el énfasis dado por <strong>Freire</strong> a ese descubrimiento y superación —<br />

obra de una pedagogía liberadora— se comprende el sentido de la lucha de los<br />

oprimidos para que, al descubrirse y al liberarse, no ocupen el lugar del opresor.<br />

Así, la lucha es para que el hombre nuevo, al ser superada la contradicción a través<br />

de la transformación social, no se convierta en un atractivo para convertirse<br />

en opresor de nuevos oprimidos. <strong>Paulo</strong> <strong>Freire</strong> ejemplifica el rumbo que de<br />

ninguna manera puede seguir la lucha por la humanización, lo que significaría<br />

un retroceso, mencionando en la obra la lucha por la tierra, que puede llegar a<br />

distanciarse del Ser Más: “De esa forma, por ejemplo, quieren la reforma agraria,<br />

no para liberarse sino para tener tierra y con ella, convertirse en propietarios o<br />

más precisamente, patrones de nuevos empleados” (FREIRE, 1981, p. 34).<br />

En Pedagogia da esperança, publicada en 1992, <strong>Freire</strong> retoma las reflexiones<br />

hechas en Pedagogia do oprimido, para reafirmarlas y ampliarlas, incluyendo en la<br />

relación entre oprimido-opresor, focalizada en esa obra, las cuestiones de género<br />

y de raza, además de mantener la de clase social. La palabra “lucha” aparece<br />

en innumerables veces en ese libro; se sitúa en un contexto de imposición de<br />

prácticas y concepciones neoliberales en Brasil, a la que <strong>Freire</strong> se contrapone con la<br />

violencia propia de los que toman partido por las clases populares, debido a que no<br />

admite neutralidad. Para este educador pernambucano, la postura aparentemente<br />

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