MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]
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María de la Concepción Góndar Sueiro<br />
La eterna estudiante de psicología<br />
ArgentinA<br />
María de la Concepción Góndar Sueiro nació en Sanjenjo, Pontevedra, en 1934. Su padre,<br />
republicano, se vio obligado a exilarse a Francia y posteriormente a Inglaterra desde<br />
donde emigró al continente americano. Tenía una hermana mayor estaba ya asentada en<br />
Argentina. Desde que llegó nunca más quiso hablar de política y dedicó su vida a trabajar.<br />
María vivió hasta los 7 años en Sanjenjo, en una casona con tierras y abundante<br />
ganado. Su infancia fue feliz. La familia no pasó hambre ni durante la guerra ni después.<br />
En Octubre de 1941 madre e hija embarcaron para Argentina. Fue un viaje duro, que<br />
hicieron rodeadas de polacos, rusos, italianos, alemanes, franceses y españoles que huían<br />
del conflicto europeo. Habían pagado un camarote pero hicieron la travesía en las bodegas,<br />
donde los pasajeros iban hacinados. Por miedo a los submarinos alemanes, el barco paraba<br />
luces y motores en cuanto anochecía.<br />
En Buenos Aires llegaron al Hotel de los Inmigrantes, un edificio gris y oscuro en<br />
su recuerdo, para tramitar documentación y vacunas.<br />
(...) mi papá acá había pagado pasajes en segunda, pero claro, plena guerra mundial,<br />
segunda guerra mundial y salíamos del puerto de La Coruña y veníamos en una bodega inmunda<br />
que venían de todo tipo de gente: venían polacos, rusos, italianos, alemanes, franceses, españoles<br />
obviamente. Era un barco italiano, no me acuerdo el nombre y veníamos todos en las bodegas.<br />
Pero eran cuchetas cuádruples: era todo metal y lona. Nos teníamos que bañar ahí tapadas con<br />
sábanas... (...) como era plena guerra mundial, los submarinos alemanes atacaban a los barcos<br />
con inmigrantes, entonces a las 6 de la tarde se apagaban los motores y no había ninguna luz. Ni<br />
siquiera un cigarrillo podían prender: los marineros que fumaban no podían prender cigarrillos<br />
para que no se vislumbrara ninguna lucecita. Y a las 6 de la tarde se apagaban los motores para<br />
que el radar del submarino no los delatara. Así que 45 días, paramos en Curacas, en Río de<br />
Janeiro… pero todas las noches se paraba.<br />
Recuerdo del barco… que mi mamá se pasó los 45 días llorando tirada en la cama.<br />
Adelgazó 20 kilos en el viaje porque lo único que comía era fruta, nada más que eso. Se pasó<br />
llorando los 45 días. Lo que pasa es que ella allá viajaba mucho y ella sabía que acá se venia a<br />
vivir a una pieza y si bien se venía porque quería a mi papá también quería a todos los que dejaba<br />
allá. (…) Cuando mi mamá se abrazó con mi papá, lo saludé y le dije, todo en gallego, “ahora que<br />
ya lo vimos a papá, ¿nos podemos volver con los abuelitos?”<br />
También le esperaba una tía que había tenido que abandonar Sanjenjo para poder<br />
empezar una nueva vida digna: La hermana de mi mamá se había venido porque en la Galicia<br />
de aquel entonces si estabas de novio para casarte y tu novio te dejaba era terrible y mi tía se<br />
<strong>MEMORIAS</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>EMIGRACIÓN</strong> ESPAÑO<strong>LA</strong> A <strong>AMÉRICA</strong> | [ 49 ]