MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

VenezuelA
Manuela del Carmen Martí Martínez
Una palentina fina
Manuela, una palentina fina como se define, nació en Lebanza (Palencia) en 1944. Sus
recuerdos de infancia nos describen una situación familiar sin grandes necesidades ni
conflictos a pesar de que su padre tenía una conocida trayectoria como republicano.
Cuando tiene 10 años sus padres deciden irse a Venezuela atraídos por las mejores
expectativas económicas de este país. Llegaron con un contrato para trabajar en una casa
de unos amigos que habían emigrado años atrás. Ella, como cocinera y él como ebanista.
Llegaron con la esperanza de reclamar a los dos hijos que habían quedado al cuidado de
los abuelos maternos, pero las circunstancias políticas retrasaron la reunificación hasta la
caída de Pérez Jiménez cinco años después. A pesar de la dura situación económica por
la que pasaba España en aquellos años, el abuelo –albañil– y la abuela que recorría los
pueblos palentinos vendiendo avellanas –consiguieron que nada les faltase a los nietos e
incluso velando para que Manuela estudiasen bachillerato en el Instituto de Palencia.
Mi mamá nos fue a buscar. Mi mamá creo que llegó en junio o julio del 59, para preparar
todo el papeleo, todos los trámites, todas las cosas, mi mamá fue a buscarnos allá.
Manuela no recuerda aquel encuentro, como tampoco recuerda la despedida de
unos padres que emigraron años atrás sin su permiso.
(...) A mí no me pidieron permiso para venirse, entonces eso es otro trauma. Tú sabes que
como ser humano uno tiene sus derechos, indistintamente de que tengamos, de que estemos en
el vientre de la madre, de que tenga uno 10 años, como en mi caso, y yo nunca, nunca supe de la
despedida de mis padres...
Y recuerdo algo de mi mamá, me trajo creo que fue un vestido y unas medias de nylon,
que yo no me las quitaba ni para dormir, bueno para mí fue una novedad eso, es todo lo que yo
recuerdo, un vestido que para mí pasó a segundo plano, pero unas medias de nylon que me regaló
mi mamá, que no sé, me trajo dos, tres pares de medias
Para Manuela sus primeras impresiones como emigrante comienzan en el puerto
de Vigo, donde por primera vez en su vida pudo contemplar el mar, disfrutar con el
recibimiento de los delfines en las cercanías del puerto de La Guaira. Pero también tuvo
que enfrentarse a un mismo idioma que le costaba entender. Se adaptó rápidamente a las
nuevas gentes, muchas de ellas emigrantes no hispanos, al clima y a las comidas, guiada
por una madre que consideraba acertado el dicho de: donde fueres haz lo que vieres.
Había un choque y también yo tuve esa experiencia, yo sentía como que me querían y no
me querían, como que me aceptaban y no me aceptaban, había un rechazo, ofensa. A mí por lo
menos me decían, patas de española, es que yo no sabía ni de que me hablaban, que si muerta
de hambre. Si había, había de todo. Ofensas de esas, tú sabes, insultarlo a uno, ofenderlo a uno,
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