MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]
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una verdadera prueba de iniciación a la madurez, pero sobre todo, como una decisión<br />
tomada por sus mayores en la que no intervinieron. Una situación muy diferente supone<br />
aquélla donde los entrevistados fueron los responsables directos de la migración. Sobre<br />
ellos carga el peso de la decisión y el posible éxito o fracaso que encerró la misma. Para<br />
la mayor parte de los entrevistados que eran niños o adolescentes en aquel momento, la<br />
migración es vivida y recordada como una aventura excitante. Sin embargo, para aquéllos<br />
que la abordaron siendo hombres y mujeres adultos está marcada por un cierto halo de<br />
fatalismo, como la única opción posible dentro de un estrecho margen de decisión. “No<br />
quedaba otra que marcharse”, comentan a menudo en medio de un suspiro ahogado por<br />
la añoranza de quien ya entonces intuía el alcance que dicha decisión iba a tener en sus<br />
vidas y en las de sus familias.<br />
Lógicamente, esta percepción depende de otros muchos factores, como la<br />
situación política o económica que se vivía en su lugar de origen. Este fatalismo está<br />
mucho más presente en el caso del exilio político de la guerra y en las migraciones por<br />
motivos socioeconómicos. La mayor parte de los testimonios proceden de personas que<br />
pertenecían a las clases populares, pero también existe un importante sector de pequeños<br />
propietarios rurales, trabajadores cualificados, funcionarios y, en el caso del exilio por<br />
motivos políticos, de clases medias ilustradas, empobrecidas a consecuencia de la guerra<br />
o al menos, deterioradas en su nivel de vida. Todo ello ha influido de un modo muy claro<br />
en la percepción que tienen de todo su proceso posterior, porque poseen un punto de<br />
referencia en que compararse para medir o valorar por ejemplo, su posible ascenso o<br />
descenso dentro de la escala social y económica.<br />
Por último, tampoco se puede minusvalorar la existencia de un pequeño grupo<br />
de personas más jóvenes que emigran hacia América en los años 60, 70 e incluso en<br />
los 80, de clases medias, con una formación académica y profesional. Para ese grupo la<br />
experiencia de la guerra y la posguerra es vivida de una forma mucho menos patente. Su<br />
situación de partida es muy diferente y sus aspiraciones también. En este sentido, el nivel<br />
socioeconómico alcanzado tras la migración y su situación particular en el momento de la<br />
entrevista influyen de un modo decisivo en el testimonio que ofrecen sobre su recorrido<br />
vital. Es decir, para aquéllos que se consideran recompensados social y económicamente tras<br />
la decisión, casi siempre desgarradora, de abandonar su país de origen, la percepción de su<br />
migración se ajusta a una historia de superación personal, de hombres y mujeres “hechos a<br />
sí mismos”. Esta consideración resulta especialmente relevante en el caso de los retornados.<br />
Las diferencias entre quienes han regresado a partir de los programas impulsados por el<br />
gobierno español, y viven en residencias públicas en una situación delicada, y los que han<br />
vuelto en medio de una plácida y acomodada vejez, son muy evidentes.<br />
Otro de los factores que determinan la percepción de la migración y el eje<br />
argumental de su testimonio es su experiencia como hombres o mujeres. La percepción<br />
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