MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

uruguAy
María Inmaculada estudió en el colegio Clara Jackson, donde las monjas y sus
propias compañeras se encargaron de demostrarle que era gallega, diferente y de clase
humilde.
Las monjas hacían tanta diferencia conmigo que era tremendo. Lo diferente era que
yo era más humilde, que hablaba distinto. No sería una entonación tan marcada como la de
los cubanos, pero tiene un canto distinto. Pero ellas se daban cuenta de que yo era diferente
y más humilde, y allí había chicas que llegaban en auto con chofer. Entonces, aunque yo era
minúscula, a mí me sentaban al fondo del salón y en el frente ponían a chicas enormes y gordas,
sin importarles nada.
Todo ello cambió al llegar al Liceo, donde comenzó a hacer amistades que conserva
hasta el día de hoy. Se casó a los veinte años con un español y abrió una joyería, que
sin embargo, tuvo que cerrar al cabo de cierto tiempo, aunque siguió ligada al mundo
comercial.
Durante todos estos años ha estado estrechamente relacionada con la comunidad
española en Uruguay, especialmente con el Club Canarias, donde compartía experiencias
con otros paisanos, donde bailaba y degustaban comida canaria. Ha militado también
en el Partido Socialista Obrero Español, aunque actualmente está más volcada hacia los
temas sociales, como la “Fundación Ramón Rubial, Españoles en el mundo”, una labor
que hace compatible con su trabajo como secretaria en la “Sociedad Canarias”. Tiene tres
hijos y ha vuelto a España en varias ocasiones, tanto a Canarias como a Galicia, la tierra
natal de su marido. Siente un sabor amargo cuando recuerda su condición de emigrante,
aunque no piensa en regresar de forma definitiva.
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