08.05.2013 Views

MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

uruguAy<br />

América era algo muy doloroso porque temían no volver a verlos más y que la fortuna<br />

no les fuera tan favorable como este entusiasta vizcaíno imaginaba. Fue una despedida<br />

amarga, llena de reproches, en la que todos hicieron el duelo.<br />

No, la despedida se produjo en Pamplona y fue “cortante”... Fue una escena a los llantos y<br />

a los gritos pelados. Desde allí nos fuimos solos. De Pamplona fuimos a Vigo en ferrocarril porque<br />

teníamos pase libre, que ese era uno de los beneficios para la familia que le correspondía a mi<br />

abuelo por ser empleado de RENFE.<br />

“Habrá indios? ¿Habrá negros? No sé, me dijeron...”<br />

Llegaron con poco equipaje aunque Ángel reconoce aún algunas cosas que siguen<br />

estando en casa de su padre: juegos de loza, la mantelería y algunas sábanas, pero nada de<br />

valor. Eran gente práctica y trataron de trasladarse con el menor peso posible aunque no<br />

renunciaron a los chorizos y las morcillas para hacer más llevadero el largo viaje.<br />

Sus padres encontraron trabajo y alojamiento con los tíos que habían costeado<br />

los pasajes. Su madre, como trabajadora doméstica dentro de la propia casa en la que<br />

les habían recogido y su padre como encargado de una de las churrerías que tenía el tío<br />

Manolo. No era una situación agradable, pero era el precio a pagar por la aventura.<br />

Cuando consiguieron emanciparse de estos parientes pasaron a vivir en un<br />

apartamento alquilado que a duras penas podían pagar con los trabajos a destajo que<br />

buscaba su padre:<br />

(...) Pero acá le decían: “No, gallego, acá no hay que trabajar tanto porque acá se hacen<br />

ocho piezas por día, no quince”. Y él insistía que quería hacer más para ganar más, pero los otros<br />

le decían que había que respetar el ritmo. Eso lo hizo sentir mal y entonces buscó sus propios<br />

lugares. Finalmente encontró un trabajo propio, pero eso tampoco le funcionó y se dio cuenta<br />

que el país estaba bien para comerciar, siempre que uno fuera el dueño y no el empleado. Ahí le<br />

compró a Manolo una de esas churrerías: le pagó el viaje, las deudas y la churrería y en 1970<br />

compró su propia vivienda.<br />

A diferencia de otros parientes que pusieron a sus hijos a trabajar como vendedores,<br />

su padre quiso que Ángel estudiara. Como no estaba en condiciones de pagarle los estudios<br />

en el colegio de los jesuitas, –el mejor colegio de la ciudad– consiguió una beca. A pesar<br />

de que los compañeros de colegio tenían un nivel económico superior, pronto se sintió<br />

integrado y todavía hoy conserva aquellos amigos –compañeros de vida– que siguen<br />

reuniéndose en torno a una buena mesa el 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola.<br />

Fuera del colegio, las cosas no fueron tan fáciles y Ángel conoció el desprecio a los<br />

“gallegos”: En mi caso yo percibía que era algo peyorativo y que detrás de eso significaban “Sós<br />

un gallego, ustedes vinieron a matar el hambre”. Y sentía que esas cosas me las decían a mí y a<br />

mis padres.<br />

El duro trabajo de sus padres le permitió, como hijo único, tener una etapa de<br />

niñez y adolescencia muy feliz a la que contribuyeron los propios profesores y alumnos del<br />

<strong>MEMORIAS</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>EMIGRACIÓN</strong> ESPAÑO<strong>LA</strong> A <strong>AMÉRICA</strong> | [ 193 ]

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!