MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]
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ArgentinA<br />
traje los muebles, traje todo embalado, cargué una chata –como le dicen acá–, una camioneta.<br />
Traje la máquina de coser –que, si querés sacar una foto todavía la tengo ahí–. Traje los muebles,<br />
el colchón, la almohada. Ese baúl lleno al tope que ya no entraba otra prenda de ropa. Mi mamá<br />
me puso el baúl al tope, el ajuar se dice allá. Yo era muy feliz porque enseguida empecé a tener<br />
trabajo y él también consiguió trabajo y resultó que éramos todos españoles: la señora que nos<br />
alquilaba –Doña Ángela–, fue muy buena conmigo. Era la que nos alquilaba a nosotros. No era<br />
dueña pero era cuando la época de Perón... Y los que alquilaban podían hacer lo que querían.<br />
Entonces esa señora –sin ser dueña– subalquilaba a cada familia una pieza. Así que yo tenía una<br />
pieza de 4 x 4 para el juego de dormitorio, el baúl, la máquina, una mesita chica –que tenía mi<br />
marido– y 4 sillas<br />
Se hicieron del Centro Gallego y esta institución fue su segunda casa y la mutua que<br />
cubrió durante toda su vida la salud de todos los miembros de su familia. Como muchos<br />
otros españoles, su marido trabajaba en la hostelería, era camarero de bares y restaurantes<br />
de otros inmigrantes gallegos. A su vez, Carlota trabajaba de modista en su casa e incluso<br />
tuvo que recurrir a otra española para que le ayudase a sacar los numerosos encargos<br />
que recibía. Sus vidas transcurrían trabajando, incluso sábados y domingos, tratando de<br />
ahorrar para comprar una vivienda y sacar a sus dos hijas adelante. Su marido llegó a estar<br />
sin vacaciones seis años, trabajando 15 horas diarias. No frecuentaban los bailes a pesar<br />
de que por aquellos años el Centro Lucense atraía a miles de españoles.<br />
...Enseguida empecé a trabajar de modista, un montón (muchísimo). El primer vestido<br />
que hice fue para la dueña de casa; después le hice otro a otra señora que vivía ahí, que era prima.<br />
Después esas primas me fueron promocionando, que cosía muy bien, y me llené de trabajo...<br />
horrores...!!!<br />
Nos privábamos de todo porque no había heladeras, no había televisión, no salíamos los<br />
fines de semana porque él trabajaba sábados y domingos. Tenía el lunes libre y por ahí yo dejaba<br />
mi trabajo de mi casita para los lunes: lavaba la ropa, preparaba mi piecita y siempre trabajando<br />
y trabajando y trabajando.<br />
Pudieron adquirir un terreno y poco a poco fueron construyéndose una casa con<br />
sus propias manos. Carlota dejó de coser para ayudar a su marido a construirla y atender<br />
a su último hijo, incluso las niñas cargaban sacos de arena y apilaban los ladrillos. Los<br />
esfuerzos han dado fruto ya que sus tres hijos tienen estudios superiores.<br />
Carlota volvió a España en 1988 y apenas reconoció a su país de origen. Las gentes<br />
eran otras, tenían otras formas de vida. Recuerda su sorpresa al comprobar que algunas<br />
personas sin recursos a las que ella había cosido gratis en su juventud, ahora tenían un<br />
nivel económico superior al de ella. Se sintió bien acogida y muy agasajada en todas las<br />
casas que visitaba en su pueblo de origen, pero solo pensaba en volver a Argentina.<br />
Carlota nunca se nacionalizó a pesar de que supo que su emigración a Argentina<br />
no tenía vuelta atrás y que allí moriría sin ver de nuevo a sus padres.<br />
<strong>MEMORIAS</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>EMIGRACIÓN</strong> ESPAÑO<strong>LA</strong> A <strong>AMÉRICA</strong> | [ 77 ]