MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

Francisco Álvarez González
Un filósofo orteguiano en América
CostA riCA
Francisco Álvarez nació en Madrid el 28 de agosto de 1912. Su madre se dedicó a las labores
domésticas y su padre fue funcionario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Ambos le trasmitieron su amor por la naturaleza. Francisco fue hijo único y su infancia
transcurrió entre novelas de aventuras y excursiones a la sierra de Guadarrama los fines de
semana. Una vez terminados sus estudios secundarios, que cursó en un colegio privado,
se inclinó, aunque sin mucho entusiasmo, por la carrera de Derecho. Sin embargo, durante
el último año de la carrera asistió a una clase de filosofía y quedó fascinado por la materia
y por el profesor que la impartía.
Estábamos un día en la calle, en la vieja universidad del Casón de San Bernardo con un
amigo, que se llamaba Antonio Rodríguez Huesca. Estaba con él e íbamos a salir pero dice: “mira,
yo tengo una clase ahora, espérame si quieres una hora, que aproximadamente dura, o si quieras
entra conmigo”. Digo: “¿Con quién es la clase?. Con Ortega y Gasset”. Entré en la clase con él.
Cuando salí de la clase y llegué a casa le dije a mis padres: “Al año que viene me matriculo en
filosofía”. O sea, me encantó, me entusiasmó, me embaucó, me sedujo la oratoria y la exposición
de Ortega. Y desde entonces ya me dediqué a la filosofía.
A partir de ese día la pasión por la filosofía marcó el destino de su vida. Terminó la
carrera en 1936 y se presentó a unas oposiciones a catedrático. La última prueba se celebró
el fatídico 17 de julio de ese mismo año. Fue llamado a filas y enviado al frente. Pasó en
pocas horas de futuro catedrático a participar como soldado en la defensa de Madrid. A lo
largo de la guerra estuvo destinado como auxiliar de enfermería en la trágica batalla del
Ebro. Tras la caída de la capital de España fue encarcelado durante dos años. Su padre,
un republicano de militancia socialista, fue desposeído de su cargo y la familia sufrió las
consecuencias de la guerra civil. Francisco se vio privado de la posibilidad de impartir
clases en la universidad. Finalmente encontró trabajo como profesor en el Liceo Francés
de Madrid. Sin embargo, las escasas perspectivas profesionales y la propia situación
política influyeron decisivamente en su idea de emigrar. Su futuro comenzaba a forjarse
al otro lado del Atlántico. Sopesó varias ofertas de universidades latinoamericanas hasta
que se decidió por la de Cuenca, en Ecuador, donde había recalado un compañero suyo que
recomendó su contratación. Para entonces se había casado y tenía una hija de seis años
de edad. Llegaron a este país en 1951 y un año más tarde, después de ahorrar la cantidad
necesaria, Francisco consiguió traer a sus padres. Tres años más tarde su esposa falleció.
Su papel en el desarrollo de la universidad ecuatoriana fue muy importante. Una
vez instalado comenzó a recomendar a nuevos profesores españoles, la mayor parte de
ellos represaliados por sus ideas republicanas. Las nuevas prácticas sociales y costumbres
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