MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

uruguAy
tierra asturiana. Al poco tiempo se fueron a vivir a un pequeño ranchito hecho de lata. Más
tarde se construirían otra vivienda mucho más cómoda en Campichuelo, en el barrio de
La Teja–. Gracias a la ayuda de unos vecinos, su padre comenzó a trabajar en una empresa
textil como sereno, donde terminó jubilándose años más tarde. Ella, después de pasar
por la escuela, se incorporó a la misma empresa, donde cosía y montaba ponchos para los
jinetes.
Después tampoco estudié. Me hubiera gustado hacer cursos, por ejemplo cursos de hacer
comidas, todo eso que me encanta, pero no, nunca pude. A los diecisiete años empecé a trabajar
en Campomar con mi padre. Él me presentó y ahí me pusieron a hacer ponchos de gaucho, a
máquina. Hacía 26 ponchos por día a destajo. El capataz los cortaba y nosotras teníamos que
hacer el cuello, coser los cuatro botones, poner dos ganchos acá, todo con una bayeta roja del lado
de adentro. El poncho tapaba hasta el caballo y todo. Me costó gotas de sangre, pero con diecisiete
años aprendí a hacerlos. En esa época ganaba más que mi papá que era sereno de la fábrica. Ya
entré ganando más que él porque ese trabajo se pagaba muy bien. Éramos cuatro poncheras,
nada más. Nadie quería agarrar viaje para hacer ponchos porque era un trabajo pesado, y aparte
hacía falta que a una le gustara la costura, que si no…
Conoció entonces a un español, se hicieron novios, se casaron y tuvieron dos hijos,
aunque Carmen siguió trabajando diez años después de casarse. La economía familiar
comenzó a mejorar gracias al esfuerzo de todos. Con el tiempo montó una empresa propia
en la que colabora actualmente su hijo. Sin embargo, la muerte de su marido y diversos
problemas que surgieron a raíz de ello pusieron en peligro el negocio y obligaron su hija a
abandonar sus estudios de derecho.
Carmen volvió a España hace unos pocos años, en un viaje financiado por el
Principado de Asturias. Se reunió con sus primos y recorrió las calles de su pueblo hasta
llegar a la puerta de la casa de sus padres. Aunque se considera uruguaya, tiene unos
sentimientos encontrados. A veces piensa que todo el trabajo realizado durante estos
largos años no ha tenido la recompensa merecida. Siente, también la llamada de su tierra
natal, sobre todo a través de su hija, que aspira un día a irse a vivir a España, donde
nacieron sus padres.
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