MEMORIAS DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA A AMÉRICA | [ 1 ]

Yo una vez le pregunté a mi papá si era creyente. Y me respondió que “No, que Dios lo
comprendía”. (Risas).
Crispina, cuidadora de esta gran familia, decidió tomar parte activa en la educación
de sus hermanos estableciendo una suerte de autoridad frente al padre, a favor de una
mayor modernización de las costumbres:
... Sacó el carácter y dijo “que las cosas tenían que cambiar, que no íbamos a ser como la
habían cuidado a ella”, entonces ella era la que nos protegía.
Esta niña-madre que no tuvo infancia ni juventud decidió un día cambiar su
propia vida. Aquella vocación de entrega y amor hacia los suyos la convirtió en una tenaz
militancia social contra las injusticias que veía en la sociedad chilena.
Cuando cumplió cuarenta años más o menos, ella yo creo que se puso a pensar, vio tantos
problemas en las familias que no se solucionaban, ella pensaba que vendría un cambio de arriba,
un cambio social grande y entonces dijo: “Me voy a inscribir para votar” porque ella ni siquiera
estaba inscrita en los registros electorales, para las elecciones
Cuando tomó esta decisión Crispina estaba casada y había criado también a su
hija Beatriz quien nos describe así el cambio de su madre: Después de ser tan dueña de casa,
calladita y tímida… ¡¡¡Uuuhy!!! Se puso revolucionaria.
Primero perteneció al grupo de Mujeres Independientes Allendistas, trabajando
activamente en la campaña de Allende. Pero cuando éste fue derrotado en las elecciones,
Crispina orientó su trabajo hacia otros grupos que le parecieron más eficaces en el
trabajo político. Para Crispina eran las mujeres comunistas las más activas y solidarias y
posiblemente las que mejor podrían hacer avanzar electoralmente a la izquierda.
Según relatan sus hijas, Crispina vivió su militancia comunista con un fervor y un
sentido de la solidaridad que afectaba a sus más allegados: que se traducía en ruina nuestra
en realidad, porque mi mamá empezó a hacer el comunismo a su pinta y empezaba a repartir
cosas, cosas y cosas y nosotros no podíamos hacer nada, ¡era muy terrible eso! (risas).
Tal vez el trauma de la Guerra Civil, las penurias pasadas por sus hermanos, la
impotencia de no poder darles lo necesario. Tal vez por eso siempre tenía en casa una
provisión de alimentos no perecederos como nueces, almendras, miel, castañas, sacos de
harina, sacos de azúcar.
Ella siempre sufrió mucho, por eso ella decía “Si yo hubiera sido otra mujer, me habría
vendido para darle otra vida a mis hermanos”.
Durante el gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende, en el
año setenta, Crispina tiene una fuerte participación social trabajando en los Centros de
Madres, en las Juntas de Vecinos, en las Cooperativas y Organizaciones de base.
Después del golpe de Estado recibió la solidaridad de personas y organizaciones,
sobre todo de España. Bueno, mi mamá tenía un apodo, que la reconocían como La pasionaria
chilena. Pero lo más doloroso es que ella jamás se imaginó que se iba a instaurar una dictadura
Chile
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